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Erotismo bajo el velo, lo último en novela árabe

El Mundo, JAVIER ESPINOSA. Corresponsal en Oriente Próximo, 30-07-2007

Una nueva generación de escritoras se rebela contra la represión sexual y provoca el ‘shock’ con libros plagados de escenas ‘calientes’ ‘Los otros’, ‘Chicas de Riad’, ‘La almendra’… Son algunos de los títulos que llenan las librerías árabes de desinhibidas aventuras eróticas. Lo insólito es que sus autores son mujeres..


Los otros es un relato que recoge la vida de una adolescente saudí incapaz de mantener relaciones con los muchachos de su edad porque su estricta sociedad lo impide. Así que se deja seducir por una sofisticada mujer que la introduce en el universo oculto de las lesbianas árabes. En una fiesta sólo para mujeres, la joven descubre a su primer amor real, una divorciada incapaz de refrenar su orientación sexual. Sin embargo, el sentimiento de culpa se impone, la protagonista reconduce su vida hacia la normalidad y se casa con Omar, al que ha conocido a través de las páginas web de contactos.


Con una trama así, no extraña que el diario Al Hayat advirtiera que el relato es la «obra más polémica procedente no sólo de Arabia Saudí sino de toda la región árabe». Su firma, Siba al – Harez, es sólo el seudónimo de una saudí de 26 años de la ciudad chií de Al Qatif que ha reconocido que Los otros es una «respuesta al dolor y la alienación» de las árabes.


Su narración se publica cuando todavía no se ha disipado la controversia que generó Chicas de Riad, de Raja Alsani, y certifica una tendencia que ha devenido en portento mediático: las obras árabes de clara inspiración erótica escritas por mujeres.


Hassan Ramadan, editor de Los otros, reconoce que en Arabia Saudí se ha desatado un auténtico «fenómeno» en torno a los «jóvenes escritores, en su mayoría mujeres» que se atreven con narraciones de títulos sugerentes como Disipación sexual, Amor en Arabia Saudí o El intruso. En esta última, la periodista saudí y presentadora de Al Arabiya, Hani Nakshabandi, recrea la relación epistolar del director de una revista femenina árabe editada en Londres con una lectora saudí, que le revela todas sus fantasías sexuales..


AMENAZAS DE MUERTE.En realidad, en Arabia Saudí existe una reciente tradición de novelistas como Turki al Hamad o Abdo Khal – cuyas osadías le ganaron unas cuantas amenazas de muerte – . Pero la gasolina del incendio la pusieron las Chicas de Riad y su colosal éxito.


Escrita por la veinteañera Raja Alsani, el texto es un descarnado retrato de cuatro mujeres saudíes y de su compleja vida sentimental, incluidos los escarceos homosexuales, las relaciones prematrimoniales y el consumo de alcohol. Suficiente para hacer de Alsani en una celebridad – un año más tarde fue votada como la intelectual árabe más influyente en una encuesta del semanario Elaph – y para duplicar el número de novelas editadas en Arabia Saudí: de 26 obras en 2005, a 50 en 2006.«El problema es que en Arabia Saudí hay un montón de restricciones. Vivimos en el siglo XXI y tenemos tradiciones del XIX», reconoció recientemente Rajaa Alsani en EEUU. «Chicas de Riad es un punto de inflexión en la literatura de Arabia Saudí. La audacia del libro llevó a muchas mujeres a escribir en el mismo estilo, publicando sus propias experiencias diarias», indicó a Reuters, Hassan al – Neimy, un intelectual que abandera un grupo de literatos saudíes llamado Hewar (Diálogo).


Claro que también ha habido críticos que sospechan que la nueva generación esconde su escaso talento literario con una temática escandalosa. El editor Hassan Ramadan lo asume: «No necesariamente nos movemos en la dirección más meritoria, pero es una forma de comunicarse con el mundo exterior», manifestó.


Esa controversia también tocó (y con alboroto) a La almendra, un relato de 2004 firmado por una marroquí que sólo ha querido identificarse como Nedjma. Para el semanario francés L’Express, La almendra fue «el nacimiento de una verdadera escritora con un relato autobiográfico asombroso que debería marcar la literatura contemporánea». Sin embargo la crítica árabe la tachó de pornografía sin valor literario.


Su editora avivó la reyerta al comercializar el libro como «la primera novela erótica de una mujer musulmana». Páginas adentro, la autora escribía un prefacio concluyente: «A través de estas líneas, en las que se combinan esperma y rezos, mi intención es devolver a las mujeres el poder de hablar que les fue confiscado por padres, hermanos y maridos».


En La almendra, Nedjma relata las andanzas íntimas de Badra desde que es desvirgada por un notario de 40 años. «Me abrió las piernas y su miembro empezó a empujar contra mi sexo. Su sexo, que se movía torpemente entre mis muslos, estaba ciego, estúpido. Me hizo daño así que me retorcía». Hastiada, Badra escapa a la cosmopolita Tánger, donde descubre a quien define como «maestro» del sexo, Driss, un adinerado cardiólogo que la introduce en todo tipo de escenarios libertinos.


Como Sabi al – Harez, Nedjma también entendió La almendra, como «un grito de protesta contra la hipocresía». «El cuerpo porque es el último tabú, en el que se concentran todas las prohibiciones políticas y religiosas. Era una batalla por la democracia»», explicó en 2005.


APOYO#Aquellos tiempos en los que el sexo era un regalo del cieloJ. ESPINOSAEn realidad, y pese a los clichés occidentales, la erótica no es un asunto extraño a la creación literaria árabe. El mejor ejemplo podría ser El jardín perfumado, el revelador manual sexual que escribió, ya en el siglo XV, el jeque Muhammad Ibn Muhammad al – Nafzawi, que viene a ser el equivalente para esta cultura de lo que significó el Kama sutra para el mundo hindú.


La obra entremezcla relatos con descripciones técnicas sobre posiciones sexuales, tamaños y formas de los órganos tanto masculinos como femeninos. Además, defiende la necesidad de que el hombre satisfaga a su compañera y, en definitiva – incluso bajo la óptica de un escritor islamista, como lo era Nafzawi – , contempla las relaciones íntimas como algo valioso al proceder según su retórica del propio Dios.


En épocas más recientes, hay precedentes pero no tantos. Si nos ceñimos a la literatura hecha por mujeres, cabe recordar las obras de la marroquí Fatima Mernissi o de la libanesa Hannan al Shaykh, que en novelas como La historia de Zahra (1994) o Mujeres de arena y mirra (1994) se aventuraron a incluir hasta protagonistas lesbianas y otras entregadas a la promiscuidad sexual.


Pero lo cierto es que, como dice la intelectual egipcia Ferial Ghazoul, en el siglo XX se registró «un incremento de la censura en el discurso sexual de la sociedad árabe, algo que era un motivo común en la literatura árabe clásica».


La eclosión de estos nuevos títulos plagados de referencias al erotismo ha contribuido, asimismo, a reactivar la venta de obras escritas por autores árabes, como aclara el saudí Hassan al – Neimy. «Los editores extranjeros se están interesando en la ficción árabe. Se está erigiendo en una ventana a este extenso mundo», señaló.


Aunque Chicas de Riad es ya un referente literario y comercial, todavía sigue sin alcanzar el impacto que generó El edificio Yacobian, del egipcio Alaa Al – Aswany, que desde su aparición en 2002 ha vendido cientos de miles de copias.


Curiosamente, y aunque en este caso el literato es un hombre – Aswany ejerce como dentista, formado en EEUU – , los protagonistas también se ven envueltos en relaciones homosexuales y prostitución, hasta el punto que, cuando la obra fue llevada al cine el año pasado, 112 parlamentarios egipcios intentaron que se censurase el filme por «fomentar la obscenidad y las orgías».

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