Politica

El milagro sudafricano

Azkarraga inicia en Soweto una visita para conocer 'in situ' el proceso de reconciliación de África del Sur

Diario Vasco, ALBERTO SURIO, 24-07-2007

SOWETO. DV. Sudáfrica es un país de contrastes y abismales diferencias. El centro de Johannesburgo es una moderna urbe occidental. Aparente, y legalmente, el apartheid ha desaparecido y una emergente clase media negra empieza a surgir. Mientras, los blancos, con la renta per cápita mas alta de África, se encierran en sus chalés y en sus pubs afrikaners a ver rugby cuando cae la tarde y las luces de la inseguridad se extienden por los núcleos

urbanos. En Sudáfrica, el desmontaje del sistema de segregación racial ha ido cerrando con el tiempo dolorosas heridas pero culturalmente siguen existiendo dos sociedades con algunos tramos mixtos, sobre todo a partir de las nuevas generaciones que comienzan a convivir juntos desde la escuela y aprenden juntos a bailar danzas zulúes y a jugar al cricket o al golf.

En este contexto, bajo un seco invierno de temperatura primaveral, la delegación vasca encabezada por el consejero de Justicia y Trabajo, Joseba Azkarraga (EA), inició ayer una visita a Sudáfrica para conocer in situ los entresijos del proceso de paz y reconciliación de los últimos años. Le acompaña el director de Derechos Humanos del Gobierno Vasco, Jon Landa, así como Gorka Espiau, asesor de Lehendakaritza. El mismo consejero era ayer consciente de las diferencias. «Hemos de aprender también de los fracasos, en Sudáfrica ha habido muchos altibajos pero si una lección nos enseñan es que nunca hay que tirar la toalla», declaró ayer.

No hace falta llegar a Sudáfrica para darse cuenta de las siderales diferencias con la situación vasca. Sin embargo, la delegación del Gobierno Vasco ha querido reunirse con sus principales agentes, empeñados a lo largo de diez años en que no naufragara un intento bien difícil, en circunstancias adversas, con un endiablado clima de violencia que prosigue en un país con unos índices alarmantes de inseguridad y en el que el primer y el tercer mundo conviven en una coctelera cotidiana.

Por la mañana mantuvieron un encuentro con Roelf Meyer y Brian Cursin, conocedores de la situación vasca y que han sido mediadores del proceso sudafricano, el primero como ministro de Defensa y de Asuntos Constitucionales del presidente De Klerk, y el segundo como líder de los derechos civiles, afín al partido de Nelson Mandela. Ayer enemigos, hoy cómplices.

La cárcel de Mandela

Azkarraga habló en la barriada de Cliptown, en pleno corazón de Soweto, la zona donde estallaron las revueltas contra el apartheid en los años 70 y que al final desembocaron en el colapso del régimen. Soweto combina la pobreza de los más desheredados con un turismo temático centrado en la resistencia contra el apartheid y un homenaje permanente a Mandela, padre de la nueva Sudáfrica multiétnica.

Allí Azkarraga y la delegación vasca visitaron la casa en la que vivió Mandela hasta que fue encarcelado en 1962, permaneciendo 44 años en prisión frente a la bahía de Ciudad del Cabo. Allí se exhiben las botas que utilizaba en la cárcel y el dormitorio de sus hijos, atacado frecuentemente por cócteles molotov. Y los regalos de los mandatarios del mundo, entre otros de Fidel Castro. Mandela es un mito de esa resistencia pero también de la modernización de esta república.

En el 2010 se celebra el Mundial de Fútbol y muy cerca de donde en 1976 moría asesinado por la Policía un adolescente de 16 años, Hector Perterson, ahora se construye en Soweto un gran estadio. Azkarraga visitó el monolito en recuerdo a los muertos en aquella revuelta rodeado de chiquillos entusiastas por la visita a un barrio convertido en un símbolo. Por algo las autoridades del Gobierno del Congreso Nacional Africano se empeñan en lavar la cara y en derribar las chabolas que quedan como herencia del apartheid.

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