Y los gatos tocan el piano. La teoría del engranaje

Canarias 7, Luisa del Rosario, 22-07-2007

Qué responsabilidad tenemos los ciudadanos de los países ricos en las muertes de los que intentan llegar a las Islas en cayucos? Si la respuesta depende de los gobernantes, dirán que ninguna. Si se traslada la pregunta a la opinión pública, ésta tenderá a refugiarse en la creencia de que su responsabilidad acaba cuando elige a su gobierno local, nacional y europeo. La permanencia de esta situación, en la que todos reclamamos soluciones y nos consternamos por la tragedia sin hacer nada, se sustenta en lo que la pensadora Hannah Arendt denomina «teoría del engranaje». El sistema económico que tenemos funciona como una gran máquina burocrática en la que sus piezas – cada uno de nosotros – carecen de responsabilidad moral. Los ciudadanos de los países ricos vivimos los privilegios de la opulencia y racionamos escrupulosamente el trocito de bienestar que estamos dispuestos a ceder: el 0,7% del PIB.

La única solución definitiva a las migraciones – lo que elimina el discurso de las repatriaciones, controles fronterizos y «firmeza» – es la reordenación de ese engranaje, la redistribución de la riqueza mundial. Si esto sucediera, los 7.000 millones de personas que vivimos en el planeta tendríamos una renta per cápita de 9.200 dólares. Es decir, los españoles o los canarios tendríamos que renunciar a más de la mitad de nuestro bienestar actual. Luxemburgo, con una renta per cápita de 88.000 dólares, perdería 9,5 veces su estatus económico. Ghana, Liberia, Burkina Faso o Guinea – Bissau, en cambio, la multiplicarían por 25.

El reparto de la riqueza sería la respuesta moral a la miseria de otros seres humanos, pero también cambiaría drásticamente nuestra forma y calidad de vida. Mientras no estemos dispuestos a esa renuncia, tenemos que mirar hacia otro lado, culpar de la desgracia a las mafias y lo peor de todo, como sentenciaba Arendt, «seguir viv

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