Conflictos agrarios en Estados Unidos

La Prensa Gráfica, Ruben Navarrette/The San Diego Union-Tribune, 22-07-2007

 

Fresno, California. Si uno escucha los programas de entrevistas radiales de derecha, o a los alarmistas de los programas de la televisión de cable, uno puede pensar que los únicos que están alterados por la disolución de la reforma inmigratoria son los liberales que proponen fronteras abiertas o los activistas latinos de tendencia izquierdista. Pues no. Los agricultores y ganaderos son dos grupos muy conservadores. Sin embargo, están que echan chispas.

La industria del agro en Estados Unidos está luchando contra la competencia de Asia y Latinoamérica, mientras pierde trabajadores que se van a otras industrias.

Y puesto que la industria del agro de California genera más de 30 mil millones de dólares anuales, la escasez de mano de obra es una preocupación de todos en el estado tanto si se dan cuenta de ello, como si no.

Los líderes comunitarios asociados con el Instituto Kenneth L. May, de la Universidad del Estado de California en Fresno, comprenden ese hecho. El instituto, que lleva su nombre por un ex senador del estado, se propone entrenar a líderes nuevos y encontrar soluciones creativas para asuntos de política gubernamental.

Los grupos agrícolas presionaron al Congreso para que aprobara una reforma migratoria integral. Estaban particularmente interesados en la Ley de Oportunidades Laborales, Beneficios y Seguridad Agrícolas de 2006, o AgJobs (abreviatura en inglés), que podría haber creado un nuevo programa de trabajadores invitados y concedido categoría legal a cientos de miles de inmigrantes ilegales que trabajan en el agro. En cambio, los productores agrícolas vieron cómo los republicanos explotaban cuestiones racistas sobre cómo no deberíamos tener que presionar uno para inglés y cómo todo inmigrante ilegal que adquiera categoría legal va a vivir de los beneficios de bienestar social. Después vieron cómo los demócratas atacaban el plan de trabajadores invitados para halagar a los sindicatos, que estaban desesperados por proteger a sus miembros de la competencia de los trabajadores extranjeros.

Después está el dinero. El fracaso del Congreso en aprobar la reforma migratoria es especialmente mortificante porque muchos de la industria del agro han aportado millones de dólares en contribuciones a las campañas electorales de políticos de ambos partidos. Y cuando los agricultores pidieron una cosa a cambio, les tomaron el pelo. También se sintieron insultados; el lobby anti – reforma los pintó como productores codiciosos hambrientos de más inmigrantes ilegales para explotar.

No es cierto, dicen los agricultores. Quieren una fuerza laboral legal, insisten, pero el Congreso ni siquiera desea crear una tarjeta de identidad a prueba de falsificaciones, para que los patrones puedan tener la certeza de que los trabajadores son legales. Dicen que están dejándolos sin opciones. Y ya se les ha acabado la paciencia.

Admiten que el 90% de los trabajadores agrícolas son inmigrantes ilegales. Pero se preguntan, ¿dónde están esos norteamericanos que supuestamente están desesperados por ocupar esos empleos?

Apuesto que algunos de ellos están probando diferentes supermercados, buscando en cuál de ellos encuentran la fruta más barata.

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