Los melocotones de la ira

El Mundo, JOAN HERNANDEZ, 09-07-2007

Inmigrantes en busca de trabajo en la recogida de la fruta crean problemas de convivencia en las tierras de Lleida SEROS (LLEIDA) – El alcalde de Seròs, Gabriel Pena, apeló hace pocos días a los representantes de la administración estatal y autonómica para reclamar medidas de urgencia ante la avalancha de temporeros que deambulan por su municipio en busca de una peonada que les permita comer. «Un municipio de poco menos de 2.000 habitantes no dispone de infraestructuras para acoger a los dos centenares de inmigrantes que deambulan por las calles en busca de un jornal. Además, los precios de los productos agrícolas no están para muchas alegrías», explica Pena.Cada día, poco antes de las siete de la mañana un centenar de temporeros, mayoritariamente magrebíes, se concentran en la calle del Metge, cerca del Casal de la localidad, a la espera de que algún agricultor los contrate por un día o, en el peor de los casos, por unas horas. La tarifa a percibir por recoger nectarinas, melocotones o pera limonera, en una finca plagada de mosquitos y mosca negra, es de 5,20 euros por hora, pero desciende a 4 euros si no tienen permiso de trabajo.Los agricultores que se arriesgan a contratar irregulares saben que los funcionarios de la Inspección de Trabajo les pueden sancionar con multas de 6.000 a 60.000 euros. Pero, a pesar de las duras sanciones, la pasada semana la Inspección de Trabajo detectó 14 irregulares trabajando en la cercana localidad de Soses.Pena explicó que el pasado jueves ordenó emitir un pregón municipal para recordar a los agricultores que la Inspección de Trabajo ha advertido que incrementará los controles en el Baix Segre para erradicar la contratación de temporeros sin permiso de trabajo.Es «una advertencia para los payeses que, por ejemplo, facilitan a los temporeros un domicilio que no reúne condiciones», añadió Pena.El Consistorio se encuentra desbordado por el efecto llamada al ser uno de los primeros pueblos de Lleida en iniciar la campaña de la fruta. «No podemos atender a individuos que pernoctan en la calle, donde comen y tiran la basura», relata Pena.Cada día la acera de la calle del Metge, de poco más de un metro, se convierte en centro de contratación improvisado donde los temporeros esperan ociosos hasta el anochecer. Al oscurecer, la mayoría se van a dormir a las inmediaciones del río Segre mientras que los más afortunados ocupan alguna casa abandonada a las afueras de la población.Pero la protesta de Pena parece que ha surgido efecto y desde la pasada semana numerosos efectivos de los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil se han desplazado a Seròs para garantizar el mantenimiento del orden público.Tahar Ahmed, un argelino de 38 años, confiesa que pasa muchas horas muertas en la calle del Metge: «Hay patronos desaprensivos que prefieren contratar a un indocumentado para pagarle menos y ahorrarse la inscripción en la Seguridad Social». Los concentrados explican que hay poco trabajo y reclaman sus derechos como temporeros con permiso de trabajo, aunque otros admiten que todos necesitan dinero para poder comer.La mayoría de estos jornaleros que ahora están en Seròs proceden de Andalucía y han trabajado en la temporada de la fresa de Huelva, en el campo cordobés o en Jaén. Ahmed confiesa que las condiciones laborales en el sur son mejores: «Casi siempre nos facilitan vivienda o hay posibilidades de alquilar una entre varios. Aquí hay muchas casas vacías pero no nos las quieren alquilar», asegura.Los temporeros aspiran a poder hacer una jornada de nueve horas que les permita ganar algo más de 45 euros, porque de la peonada de uno suele depender el rancho de varios de ellos. A las afueras de la localidad han construido barracas y han plantado tiendas de campaña para formar pequeños campamentos. Un saharaui, que prefiere guardar el anonimato, explica que la policía no les permite ocupar una casa abandonada y que por eso duerme en una barraca que ha fabricado con cartones y cañas. «La utilizamos para comer y refugiarnos del calor y la lluvia, pero la policía nos ha advertido de que tiene dueño y que no nos permite ocuparla por temor a que caiga parte de la estructura».Ahmed calcula que por la localidad pululan unos 300 temporeros sin trabajo regular. Todos coinciden en criticar las oficinas de inscripción de temporeros al considerar que no son útiles para orientarlos y sólo sirven como censo de trabajadores disponibles.La otra cara de la moneda está en unos payeses que ven muy poco futuro en su actividad, con unos precios por la fruta dulce que no suben al mismo ritmo que la vida. Una juventud que abandona el pueblo para conseguir un empleo que les garantice un sueldo a fin de mes. Una versión actualizada de las Uvas de la Ira de John Steinbek en el siglo XXI.@LEAD:Lleida. Sector agrícola. Temporeros. Inmigrantes en busca de trabajo en la recogida de la fruta crean problemas de convivencia

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