El derecho de asilo, en peligro de extinción

La Voz de Galicia, (Firma: | ALBERTO ESTÉVEZ |), 20-06-2007

HOY SE celebra el Día Internacional del Refugiado, personas que han tenido que abandonarlo todo al ser perseguidas por su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas. Más de 35 millones de personas se han visto forzadas a dejar sus casas. De ellas, 10 millones han cruzado las fronteras de su país y el resto se encuentran desplazadas dentro de él. La respuesta europea a este problema es cicatera: sus Gobiernos insisten en la «insoportable carga» que suponen los solicitantes de asilo y ocultan que, del total de 10 millones de refugiados, más de 9 millones reciben protección en países mucho menos ricos en Asia y África. En España, las peticiones han descendido a la mitad en pocos años, con poco más de 5.000 solicitudes en el 2005.


Los refugiados se han convertido en «invisibles» para nuestras sociedades. Y ello a pesar de lo cerca que tenemos a algunos de ellos. A los puertos gallegos llegan con frecuencia quienes, para escapar de la persecución, viajan como polizones en barcos con la esperanza de encontrar aquí la protección que necesitan. Sin embargo, encuentran políticas centradas en la seguridad y el miedo «al otro».


Entre los años 2000 y 2003 (últimos datos disponibles) llegaron a los puertos gallegos 140 polizones, de los cuales 42 solicitaron asilo. Aunque la ley les garantiza asistencia letrada, una instrucción de Interior impide que los abogados suban con la policía en la primera entrevista, que es clave para identificar a quienes necesitan protección. Sólo diez de esas solicitudes fueron admitidas a trámite, y el resto se consideraron infundadas, pese a que algunos solicitantes venían de países en guerra o con graves violaciones de derechos humanos. Además, sólo una pequeña parte de esos diez polizones consiguieron algún tipo de protección ya que, durante la última década, menos del 5% de las peticiones presentadas en España obtuvieron el estatuto de refugiado.


Por otro lado, las importantes multas que pesan sobre las compañías navieras por transportar a personas sin documentación, o en caso de que un polizón abandone un barco atracado en puerto, podrían estar haciendo aún más difícil escapar de la persecución a muchas personas, e incluso ser la causa de nuevas brutalidades, como en el caso de la denuncia en el 2004 del abandono en alta mar de cuatro polizones que viajaban a bordo del buque Wisteria antes de llegar al puerto de Ribeira.


El preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos invoca el advenimiento de un mundo donde los seres humanos vivan liberados del temor: ¿Llegará el día en que demos una digna respuesta a la desesperada demanda de quienes escapan del terror escondidos en las bodegas de un barco?

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