LA GRAN CITA ARTISTICA DE KASSEL

El asalto de artistas de la periferia

El Mundo, CARLOS ALVARO ROLDAN, 14-06-2007

Documenta 12 presenta su oferta de 113 participantes y 500 obras, que el sábado abrirá sus puertas al público Lejos de la sofisticación y enrevesadas lecturas conceptuales, dos singulares artistas conformaban ayer en Kassel (oeste de Alemania) la sal y la pimienta de la primera jornada del Museo de los 100 días o las Olimpiadas del mundo del arte, Documenta 12, que abrió ayer sus puertas para la prensa y el sábado lo hará para el resto del público.


El experimento se extenderá hasta el próximo 29 de septiembre, y su objetivo declarado, aplicar el termómetro al arte de vanguardia como cada quinquenio desde 1955, con una especial atención a Africa, Latinoamérica y Asia. Uno de ellos, el africano Romouald Hazoumé, ya había llamado la atención por la mañana en la rueda de prensa de presentación de la exposición germana gracias a sus ropajes tradicionales de Benín y a su verbo acerado y sin complejos. «¡Los países del G8 son unos hipócritas! ¿Los más ricos? Nosotros, ellos, somos los más ricos», aseguraba a EL MUNDO apenas dos horas más tarde en el Aue – Pavillon de Kassel, mientras señalaba una inmensa foto de una paradisíaca playa de su país africano. «La boca del rey la llamaron los franceses», explica, «aunque antes los portugueses la denominaron La boca del río».


A los pies de la evocadora imagen, una suerte de enorme patera confeccionada con pedazos de mugrientos bidones de gasolina, en muchos de los cuales se puede leer un nombre: Ohou, Memoso, Martin… Y un número en pintura blanca. «Porque los habitantes de Benín que deciden subirse a una patera en dirección a Europa dejan atrás su pasaporte y si son detenidos, no conocer su procedencia dificulta su repatriación», asegura Hazoumé en francés, pese a haber demostrado por la mañana que también habla alemán, junto a su instalación titulada Dream.


Y los bidones son los utilizados por los beninenses para el contrabando de combustible, «la única manera que tienen mis compatriotas de acceder a él, por eso le ponen su nombre». Y la patera es endeble y está llena de agujeros, «como las de verdad… Muchos mueren». A los pies de la instalación la siguiente leyenda en inglés: «Malditos si se van, y malditos si se quedan; lo mejor, por lo menos, es haberse ido y morir en el barco de sus sueños». «El problema de las pateras lo conocéis bien en España, y lo que quiero es convertir ese problema en esperanza. Y para eso hay que educar al pueblo, que también es el responsable de la situación junto a los europeos», sentencia.


El segundo artista con el que los casi 2.000 periodistas que pululaban ayer por la apabullante Documenta podían encontrarse en cualquier esquina era el chino Ai Wei Wei, conocido ya como «el otro cocinero de la Documenta» – el primero, sin duda, es el español Ferran Adrià – , y que se ha hecho muy popular estos días en Alemania al haber posado para el diario Bild metido en una gigantesca olla con la tapadera colocada sobre su cabeza cual sombrero.


A Ai Wei Wei, que aporta para la cita de Kassel su instalación Template y su singular performance Fairytale, se le veía ayer en uno de los parques cercanos al Museo Fredericianum charlando y haciéndose fotos con dos compatriotas que forman parte del grupo de 1.001 ciudadanos chinos que ha traído a Alemania como parte de su proyecto artístico. Con el objetivo de que se empapen de la ciudad y de Documenta 12 sin limitaciones e interactúen con la población local y con quienes vengan de fuera. Sus experiencias, perpetuadas en fotos e imágenes de vídeo, conformarán su obra, tangible en el futuro. Y cada uno de esos 1.001 chinos desplazados en grupos de 200 a Kassel dispondrá «simbólicamente» de una silla de madera de la dinastía Quing (1644 – 1911), distribuidas estratégicamente a lo largo y ancho del Aue – Pavillon. Si las previsiones del director de Documenta 12, el ínclito berlinés pero vienés de adopción Roger Buergel, se cumplen, los más de 600.000 visitantes que acudieron en 2002 a Kassel se acercarán en esta ocasión al millón. En total, en la ciudad de 200.000 habitantes estarán presentes 113 artistas y 500 obras. Ayer, para su caótica presentación en sociedad de la muestra, la nueva edición mostró en la rueda de prensa inicial el rostro que su «guía» quería dejar claro desde que asumió el cargo en 2003: el de la multiculturalidad con especial peso de los artistas «periféricos». «Espero que Documenta nos dé los medios para ofrecer a la evolución de la Humanidad otras opciones», señalaba Buergel acompañado de la comisaria de la exposición de Kassel y su compañera sentimental en la vida real, Ruth Noack, de la artista palestina Alham Shibli – que presenta su obra fotográfica Arab Al Sbaih situada en el campamento de refugiados de Irbid, Jordania – , del africano Hazoumé, de la argentina Alejandra Riera – presente con una instalación de vídeo Investigación sobre las/nuestras afueras – y del siempre contundente pintor chileno Juan Dávila.


«Es difícil, pero Documenta puede ser un paso para animar a la gente, al gran público, a aceptar la fuerza y la inteligencia que hay en ellos mismos», apuntó Buergel, que se propuso para Documenta 12 una reflexión en torno a tres cuestiones planteadas por el arte contemporáneo. Primera: ¿Es capaz la Humanidad de reconocer un horizonte común a pesar de sus diferencias? ¿Es el arte el medio para alcanzar ese conocimiento? Segunda: ¿Qué debemos aprender para afrontar intelectual y espiritualmente el fenómeno de la globalización? ¿Se puede acometer desde la educación y la formación estética? Y tercera: ¿Qué forma parte de la vida cuando se sustrae todo lo que no pertenece a la esencia de aquélla? ¿Nos ayudará el arte a discernir lo que es esencial?


Buergel, quien se declaró ayer más interesado «en las obras que en los nombres», apostó desde el principio por la vanguardia artística y, como aclaró, ha intentado relacionar todas las obras expuestas entre sí. La presente edición de Documenta, con un presupuesto de 19 millones de euros, contará también con la presencia, entre otros, del fotógrafo español Ibon Aranberri, la artista multidisciplinar alemana Cosima von Bonin, el polaco Artur Zmijewski y el tailandés Sakarin Krue – On, que ha plantado un enorme campo de arroz con métodos tradicionales.

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