Castellón

Diferenciar el síntoma de la infección

Las Provincias, M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO, 10-06-2007

En la versión inglesa del “Gran Hermano”, una de las concursantes ha sido expulsada por decir “nigger” (negrata) a otra concursante. A los productores, después de sufrir un varapalo público por no haber tomado las medidas adecuadas en la anterior edición con otras expresiones racistas, les ha faltado tiempo para cortar de raíz el último suceso: despertaron a la concursante en medio de la noche para decirle que se iba y sus compañeros lo supieron al día siguiente.


Al asistir a esta suerte de “puritanismo verbal” asombra recordar lo que vio nuestro país con un concursante, de infausto recuerdo, violento y machista. Es verdad que el lenguaje hace la realidad pero su persecución aislada oculta la verdadera realidad.


Cuando la cadena de televisión inglesa presume de luchar contra la discriminación al vigilar las palabras de los concursantes, olvida que ha reunido en un programa de convivencia a 11 chicas y un chico y que, durante días, el reclamo publicitario para ganar audiencia era esa desproporción y la “desesperación” femenina ante la ausencia de hombres. Al parecer eso no es discriminatorio ni cuestionable.


Tampoco lo es que den por hecho la prevalencia del instinto sobre la razón en una línea muy similar a la utilizada por el desodorante Axe para vender su producto a hombres dispuestos a “marcarles el camino”, según rezaba su eslogan.


El problema de este tipo de reacciones es que confunden el síntoma –la palabra – con la infección –el racismo – . Es verdad que el lenguaje contribuye a discriminar, a violentar y a despreciar a las personas que son diferentes pero lo más importante es que el lenguaje es un síntoma que, como la fiebre, revela la existencia de una infección. No es gratuito que en dos ediciones del GH inglés se hayan producido episodios de violencia verbal racista. Podrá ocultarse haciendo creer que en la conversación cotidiana no existe ese lenguaje, pero lo malo es que, tras él, hay desprecio hacia los otros. Ése es el verdadero problema.

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