REPORTAJE

Cuando ardía Misisipi

Un notorio miembro del Ku Klux Klan, después de 43 años desaparecido, es juzgado por el asesinato de dos negros en 1964

El País, YOLANDA MONGE, 10-06-2007

Cuando fue arrestado por primera vez en noviembre de 1964 y se le preguntó si había cometido los crímenes respondió con chulería: “Sí, pero no voy a admitirlo. Así que van a tener que probarlo”. Más de cuatro décadas después, el fiscal Paige Fitzgerald se dirigió esta semana al jurado y dijo: “Señoras y señores, estamos aquí para hacer justamente eso”, probar que James Seale asesinó a sangre fría a Henry Dee y Charles Moore, ambos negros de 19 años.

Hubo un verano en Estados Unidos en que los negros decidieron dar un paso adelante hartos de la discriminación y el racismo. Fue el verano que les costó la vida a Dee y Moore. El mismo verano en que los abogados de los derechos civiles clamaron al cielo al descubrirse la crueldad del doble asesinato. El famoso verano en que el sur de la América profunda amaneció con cruces quemadas durante la noche cómplice. Eran otros tiempos en América.

Era mayo de 1964. Un grupo de miembros del Ku Klux Klan secuestraba a Moore y Dee. Entre los secuestradores estaba James Ford Seale, hoy con 71 años, que condujo a los dos chavales a un bosque cercano. Seale se encargó de encañonar a los dos jóvenes con una escopeta recortada mientras otros encapuchados blancos les rompían todos los huesos del cuerpo a palos. Moribundos, fueron arrastrados a una granja cercana. Allí, Seale les amordazó y les ató las manos con cuerdas y los pies con cinturones de cuero. Finalmente, fueron enrollados en plásticos y como si fueran ganado cargados en una camioneta.

El Ku Klux Klan los lanzó al río. Pero antes, un tiro de gracia. Los arrastraron atados con cadenas a un todoterreno porque seguían respirando. Tenían vida y había que acabar con ella.

El río Misisipi devolvía dos meses después sus cuerpos putrefactos. El FBI, que por aquel entonces investigaba la desaparición de tres activistas de los derechos civiles desaparecidos – y que dio lugar a la película Arde Misisipi – arrestó el 6 de noviembre de 1964 a Seale y a otro miembro del Klan, Charles Edwards, que ahora es un testigo clave en el juicio. El FBI entregó el caso a las autoridades locales. Ambos pasaron menos de cinco días en prisión. El fiscal del distrito les liberó sin preguntas. En su moción aseguró: “En interés de la justicia y para desarrollar ordenadamente todos los hechos del caso, la declaración jurada contra James Seale y Charles Edwards se debe desestimar”.

Hasta principios de este mes, cuando Seale se sentaba en el banquillo de los acusados en Jackson (Misisipi), acusado de secuestro y conspiración. Uno de los últimos dinosaurios del Ku Klux Klan enfrentado a la justicia. Hubo un momento en que pensó que no se vestiría nunca del atuendo naranja que cubre a los presos de la penitenciaría del Estado. Seale hizo creer a todo el mundo que había muerto, nadie se acordaba de él. Para nadie era importante la existencia del anciano miembro del KKK. Para nadie excepto para el hermano de una de las personas a las que asesinó.

Thomas Moore, 64 años, sargento retirado. Nunca ha podido olvidar la cruel muerte de su hermano en Misisipi. Se alejó de su Estado natal para olvidar el segregacionista Misisipi en Colorado. Pero a finales de 2005 regresó con David Ridgen, un director de cine canadiense que estaba preparando un documental sobre las dos muertes. En Misisipi intercambió recuerdos con un primo lejano. “Qué pena que haya muerto Seale”, dijo Moore. El primo respondió sin pensarlo: “¿Muerto? Qué va. Si vive aquí al lado”. La suerte y el anonimato acababan de terminarse para Seale.

Moore comenzó una investigación exhaustiva. Encontró a Seale, quien ahora se enfrenta a la posibilidad de la pena de muerte. Y teniendo que aceptar la justicia de un juez negro, Henry Wingate. El jurado lo componen ocho blancos y cuatro negros. Uno de los testigos clave es Charles Edwards, al que detuvieron junto a Seale en 1964. Este miembro del Klan ha testificado contra Seale a cambio de inmunidad. Ha sido él quien ha dado todos los detalles. Consideraron a los dos chicos miembros de los Panteras Negras. “Me imagino que debíamos darles un azote”, dijo Edwards. La acusación le preguntó qué pensaba que iba a pasar con los chavales. “Los íbamos a quitar del medio”. “¿Puede ser más específico?”, le dijo el abogado. “Los íbamos a matar, me imagino”.

Seale ha rechazado todos los cargos, desde pertenecer al KKK a raptar, torturar, golpear, atar a un todoterreno y asesinar a los dos chavales. Tantos años dado por muerto. Habrá perdido la memoria.

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