La institución asegura que el chabolismo se ha trasladado a “viviendas infrahumanas” Hacinamiento y ausencia de recursos básicos, como alimentos y ropa, son los problemas más urgentes a los que tienen que enfrentarse los inmigrantes, una población creciente y sin recursos, según puso de manifiesto ayer Concepción Guillén, directora de Cáritas Diocesanas de Valencia.


Durante la presentación del balance anual correspondiente a 2006, que tuvo lugar coincidiendo con el Día de Caridad y con el Corpus Christi, Cáritas denunció la pobreza, las situaciones de exclusión y los déficits de atención en los servicios sociales públicos.


El total de personas que recibieron algún tipo de atención de Cáritas Diocesanas fueron 34.571, el 73% de ellas inmigrantes y la mayoría mujeres en situación irregular.


Concha Guillén puso de relieve que Valencia es “una ciudad preciosa”, que el nivel de vida de los españoles “es cada día más elevado”, pero añadió: “Hay un cuarto mundo con barrios de injusticia, dolor, marginación, soledad y tristeza”.


Sobre la inmigración, la directora del area de Acción Social, María Luisa Haro, destacó la situación de los extranjeros que viven en el viejo cauce del río Turia, para quienes Cáritas articuló en 2006 el proyecto de Casa Belén, como “un espacio de acogida temporal en el momento más crudo del invierno”.


Asimismo, Vicent Andrés denunció la pobreza de algunos barrios de Valencia y el hacinamiento de inmigrantes en Orriols, Ruzafa o Benicalap.


Destacaron el cambio de concepto de chabolismo, como cubículos de maderas y cartones, “que aún existen en La Torre y La Malvarrosa”, por el de “viviendas infrahumanas” para una población sin ningún tipo de economía que les sustente.


Cáritas, que atiende a 587 menores, hizo un llamamiento a la Administración y a la Unión Europea para retirar los aranceles de los productos de países en vías de desarrollo.