VIZCAYA

Comerciantes de Bilbao la Vieja se sienten «desprotegidos» y piden a la Policía que actúe

Han presentado 53 denuncias en el Ayuntamiento por «robos, atracos y tráfico de drogas»

El Correo, ROBERT BASIC r.basic@diario-elcorreo.com, 08-06-2007

A Pedro le han atracado 14 veces. Las tiene contadas. Laura ha sufrido «amenazas e insultos» y ha caído en las garras de la depresión. Hussein se queja de que los clientes van «cada vez menos» a su tienda. Nuria está harta de ver «cómo se trafica con drogas» en la puerta de su negocio a plena luz del día. Javi se desespera con los «maleantes» que «acechan a los peatones» para pegarles el ‘palo’ cuando menos se lo esperan. Son nombres ficticios, pero sus historias son reales y las viven a diario.

Los comerciantes de San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala están hartos de ver cómo su barrio se transforma «todas las tardes» en un territorio comanche por el que pululan «delincuentes» con total impunidad. Ya no aguantan más. El pasado 16 de marzo, un par de meses antes de las elecciones municipales, interpusieron un total de 53 denuncias en el registro general del Ayuntamiento de Bilbao. Esperaban un poco de atención y una «mayor implicación policial» para acabar con la «desprotección» y la sensación de «desamparo» con la que conviven a diario. Hasta la fecha, sin embargo, «nadie ha hecho nada para solucionar las cosas».

Manuel Herrero es presidente de la Asociación de Comerciantes de San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala. Regenta una joyería, un negocio familiar puesto en pie en 1902, y observa impotente la estampa del barrio en el que se gana el pan desde hace 27 años. «Lo que queremos es que la situación se normalice, que no tengamos tan mala imagen. ¿La solución? Las autoridades deben controlar la inmigración y apostar en serio por la regeneración de la zona». El joyero, un hombre abierto a la «integración de los que vienen a trabajar», es un tipo afortunado. «Nunca me han atracado, pero muchos de mis compañeros sí han sufrido robos y amenazas». Lo atestiguan las 53 denuncias, a las que ha tenido acceso este periódico, en las que se explica con todo lujo de detalles el calvario de muchos comerciantes.

Según los datos facilitados por la Policía Municipal, en San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala viven 15.279 personas. Pues bien, el año pasado se computaron un total de 985 delitos en la zona – 63 por 1.000 habitantes – , 278 menos que en 2003. A pesar de esta mejoría, la tasa de delincuencia triplica los registros del resto de la villa. «Desde que presentamos las denuncias – algunas de ellas interpuestas por extranjeros – , no ha cambiado nada. Poco antes de las elecciones se intensificaron las actuaciones policiales, pero ahora volvemos a estar como siempre». Carlos Alti regenta una librería en la calle San Francisco – fundada por su abuelo – y ha visto de todo: tráfico de drogas, amenazas, agresiones, robos… «Por la mañana suelo tener trabajo, entra gente, pero por la tarde no hay nadie. Cuando los clientes ven a grupos de inmigrantes arremolinados en la puerta de tu negocio, pasan de largo».

Arrestado cien veces

Carlos suele pedirles que se vayan. «Les digo que asustan a la gente y que no pueden colocarse delante de un escaparate. Me miran y me dicen: ‘Perdona’. Se alejan unos metros y eso es todo». El librero afirma que «estos tipos no quieren trabajar». Cimienta su hipótesis sobre el pilar administrativo. «El Gobierno vasco les da dinero y, si se emplean, pierden las ayudas. Ellos mismos te enseñan su ropa, sus zapatillas, te confiesan que no les merece la pena buscar trabajo». Mitxel, que tiene una correduría de seguros, subraya que muchos de sus clientes le han «aconsejado» que cambie de barrio. «Si te lo dice uno, pase, pero si te lo dicen 37…».

Lo que reclaman los comerciantes es una «mayor actuación policial». Reconocen que «hay patrullas» en la zona, pero se quejan de que «no hacen mucho». Carlos tiene una teoría. «Las autoridades prefieren que estén aquí, como en un gueto, para tenerlos controlados. Se montan grupos, se vende droga, los chavales magrebíes roban al descuido y la Policía no les dispersa». Mitxel le interrumpe: «Y cuando los guardias actúan porque se ha producido un delito, mañana te sale el Ararteko y no sé cuántas ONG para hablar de los derechos humanos y el trato que se da a los inmigrantes. ¿No se arresta a un extranjero, se arresta a un delincuente!». Los dos recuerdan que hay gente a la que se ha detenido «más de cien veces» y que siguen en la calle. Aportan un dato anecdótico: «En una sola mañana, los agentes llegaron a detener tres veces a un mismo individuo».

La Policía aporta cifras

Las quejas de los comerciantes chocan con las cifras que aporta Eduardo Maiz, concejal de Seguridad Ciudadana y gestor de la Policía Municipal. En estos momentos, hay tres patrullas – con dos agentes en cada una de ellas – que vigilan la zona las 24 horas al día. «Los guardias, más que actuar, disuaden y previenen con su presencia», explica Maiz. Y ‘tira’ de la estadística. «En 2002, se cometieron un total de 973 delitos de patrimonio. Pues bien, el año pasado la cifra bajó a 642, un 32% menos». En cuanto a las «agresiones y riñas», la tendencia también es a la baja. «En 2002 hubo 173 casos, mientras que en 2006 nos situamos en 112, es decir, una caída del 35%».

Maiz entiende la «preocupación» de los vecinos, pero subraya que los agentes ejercen una «efectiva labor» de prevención. «Si los delitos aumentaran, nos plantearíamos incrementar la presencia policial, pero no es el caso. La normalización es un proceso largo». Mientras tanto, los comerciantes organizan eventos para «lavar la mala imagen del barrio». Creen en la convivencia y la multiculturalidad, «porque en esta zona hay cosas maravillosas. Puedes comer platos fantásticos, comprar productos de todo el mundo y conocer buena gente. Lo que nos ahoga es la delincuencia».

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