Con una población cada día más envejecida, la entrada de la mujer en el mercado laboral y el elevado coste del cuidado de las personas dependientes, los inmigrantes se han convertido en la panacea para este sector.

De hecho, el 43% de los cuidadores de ancianos ya son trabajadores extranjeros, según un informe elaborado por la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Cataluña.

La tesis, realizada por el profesor Albert Gallart, también da la voz de alarma ya que al 76% de esos cuidadores se les encomienda que valoren posibles emergencias o cambios de salud, para lo que el 45% no tiene la formación necesaria.

El estudio desvela la sobrecarga que sufren los trabajadores inmigrantes a los que, en ocasiones, se les exigen servicios para los que no están preparados: «No sabrían reconocer una enfermedad o saber qué hacer ante el empeoramiento del estado de salud, ni identificar determinadas dolencias», indica Gallart. Además, denuncia que los extranjeros cobran salarios inferiores y que sufren jornadas de trabajo más largas, por lo que exige la creación de un sistema que controle esta situación.