Los gitanos de Lugo dan por zanjada la guerra que desató el Tío en el 2001

La Voz de Galicia, d. c., 03-06-2007

La detención de Manuel García Hernández, el Tío , de 79 años, natural de Monforte, y su ingreso en la prisión de Bonxe zanjan en buena medida la guerra entre clanes que se desató en el año 2001. El Tío había permanecido cinco años en busca y captura por la muerte de un matrimonio en el poblado gitano del Pozo del Huevo, en Madrid, al que responsabilizaba de la muerte de uno de sus hijos.


Ni en O Carqueixo ni en el resto de los puntos de concentración de familias gitanas hubo movimientos significativos relacionados con este apresamiento, del que muchos se enteraron a través de la televisión.


García Hernández, casado en primeras nupcias con una lucense, conserva algunos familiares en la capital, con los que parece ser que no mantenía demasiada relación. En Lugo está enterrado su hijo Alfredo, cuya tumba acababa de visitar poco antes de ser detenido, cuando viajaba en compañía de otras dos personas por la carretera N – 540 entre Monterroso y Chantada, y a quien supuestamente trató de vengar con las muerte del Pozo del Huevo.


Estampida


Cuando se produjo el asesinato del matrimonio en el Pozo del Huevo hubo una estampida general de gitanos, que afectó al propio poblado lucense, que quedó completamente vacío, por miedo a la venganza del clan madrileño al que pertenecía la pareja. En aquella ocasión, existía el temor de que Hernández, su hija y su yerno se refugiaran, dadas sus vinculaciones familiares, en O Carqueixo. Otras hipótesis apuntaban a que se dirigirían a Ferrol, localidad natal de la mujer con la que compartía su vida en aquellos momentos, o a Portugal, país al que pertenece su yerno, implicado también en la supuesta venganza de Madrid. Meses después del crimen de Madrid, Hernández fue detenido en Soito, Portugal. Le ocuparon dinero, armas y drogas, además de un documento de identidad falso.


Conmoción


Causa sorpresa que la conmoción que en su día ocasionó la estampida provocada por los asesinatos de Madrid, en dirección a Galicia, no tenga ahora ninguna trascendencia para la comunidad gitana lucense, que da por zanjado este caso. No parece fácil que vuelvan a repetirse venganzas como la de que es acusado Manuel García Hernández. Según diversas fuentes consultadas que conocen las reglas y las leyes por las que se rige la comunidad gitana, la mentalidad de esta etnia está evolucionando, muy lentamente, pero sin tregua. Los más jóvenes ya no comparten muchas de las ideas de sus mayores, especialmente en cuanto a sangrientas venganzas entre clanes, ideas que perduran aún entre los ancianos de la comunidad, que prefieren impartir justicia interna a recurrir a la general.

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