El silencio mediático no ha servido para menguar el poder de la Plataforma per Catalunya (PxC). No sólo eso: la formación, considerada unánimemente como «xenófoba» por el resto de partidos, ha multiplicado espectacularmente su presencia en los ayuntamientos después de las elecciones del domingo. En Vic, donde los inmigrantes superan el 20% de la población, serán, además, decisivos para formar gobierno.

«La Plataforma per Catalunya se ha consolidado definitivamente adelantando a Ciutadans en número de concejales», se congratulaba un comunicado oficial de la federación tras los comicios. Los números cantan: de cuatro representantes en 2003 han pasado a 17, con presencia en las cuatro provincias catalanas. Ha conseguido, con sus 12.425 votos, colocarse como segunda fuerza política en Vic, El Vendrell y Cervera, y como tercera en Manlleu. Además, ha entrado en ayuntamientos importantes, como el de Manresa o el de Olot.

«No soy xenófobo ni racista, soy realista y ordenado. Me preocupa poco lo que digan los otros partidos, que lanzan mensajes muy poco democráticos: me doy por satisfecho con el respaldo de los ciudadanos», afirma Josep Anglada, líder absoluto del partido y cabeza de lista en Vic. Sin embargo, la PxC llamaba en los carteles electorales a «controlar la inmigración», y el propio Anglada se significó como mano derecha del ultra Blas Piñar y vicepresidente provincial de Fuerza Nueva.

Manifiesta que su partido es «el único que habla claro de la inmigración», y tiene su particular teoría sobre los porcentajes: «En Vic o Manlleu no se puede aguantar, mucha gente se siente extraña en su propio país. Como mucho, debería haber un 7% u 8% de inmigrantes, más de un 10% ya es un problema. Está claro que el límite se ha sobrepasado».

El PSC, CiU y ERC han anunciado que no pactarán con la PxC. El portavoz de ERC en el Parlament, Joan Ridao, pidió ayer que el Ministerio del Interior valore si la Ley de Partidos puede aplicarse a la formación de Anglada, porque en su opinión «incita al odio racial».