Los cierres de fronteras durante la pandemia de la Covid, sobre todo, en los meses más duros del confinamiento domiciliario, han abocado aún más a la migración clandestina y al riesgo de tráfico de personas.

Se han producido situaciones de inmovilización de los migrantes en tránsito que no tienen donde quedarse, como ha ocurrido en la llamada Ruta de los Balcanes y, por otro lado, se ha acrecentado la dificultad de retorno a su país de aquellos migrantes que prefieren regresar ante la crisis económica generada por la Covid-19.

Todo ello deriva en una mayor dificultad para ejecutar los controles de salud y, por consiguiente, aumenta el riesgo de contagio. En países como Alemania se ha visto que las medidas de confinamiento doméstico son difíciles de practicar por parte de los migrantes que no tienen una vivienda estable y que viven en condiciones de precariedad.

Preparativos para la instalación de un hospital temporal en la Feria Comercial de Lublin, al este de Polonia.
Preparativos para la instalación de un hospital temporal en la Feria Comercial de Lublin, al este de Polonia. (Wojtek Jargilo / EFE)
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Además, las medidas de prevención de contagios de la Covid son difíciles de practicar por los migrantes si no tienen acceso a productos de aseo ni a agua potable. Incluso los migrantes irregulares pueden evitar ir a los centros de salud en caso de tener síntomas de la enfermedad por temor a ser deportados.

En esta nueva coyuntura y teniendo en cuenta que aproximadamente 10 millones de europeos residen en otro país de Europa parece de suma importancia que los inmigrantes estén incluidos en los planes nacionales de respuesta a la Covid-19 para proteger al conjunto de la población, tanto de los riesgos de salud como del desempleo y de la exclusión social.

Un trabajador de la Cruz Roja Alemana (DRK) vestido con EPP completo toma una muestra de frotis de garganta del residente local Arsalan, de 6 años, en el pueblo de St. Vit.
Un trabajador de la Cruz Roja Alemana (DRK) vestido con EPP completo toma una muestra de frotis de garganta del residente local Arsalan, de 6 años, en el pueblo de St. Vit. (Sean Gallup / Getty)
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En este sentido, ya hay países europeos que están actuando. Dos ejemplos son Portugal y Polonia, que han garantizado el acceso de los migrantes a los servicios de salud para tratar el coronavirus tanto por vía ordinaria para los migrantes regulares, como a través de emergencias para los que están en una situación irregular.

Sin embargo, ante la saturación de los sistemas de salud europeos, existe una preocupación real por la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios. Y, curiosamente, los inmigrantes han sido parte de la solución.

Un cliente anciano recoge un pedido de una panadería en el distrito Campo de Ourique de Lisboa.
Un cliente anciano recoge un pedido de una panadería en el distrito Campo de Ourique de Lisboa. (Jose Sarmento Matos / Bloomberg L.P. Limited Partnership)
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De esta forma, gobiernos como Polonia han seguido la línea de Portugal y otros países europeos publicando un decreto que permite a profesionales del sector de la salud con titulaciones en el extranjero ejercer su profesión en su nuevo país de residencia al menos durante la emergencia sanitaria de la pandemia.

Otro de los aspectos que han aflorado con la Covid es la importancia de la digitalización, una herramienta también útil en el caso de los flujos migratorios. En este sentido, se ha demostrado útil el uso de las nuevas tecnologías para monitorear la migración e implementar políticas más focalizadas durante la pandemia.

Las desigualdades económicas, que afectan en buena parte a la población inmigrante, aumentan el riesgo de exposición de este colectivo al virus, ya que es un sector socialmente vulnerable, por lo que aplicar medidas de integración puede ser más eficaz para combatir la Covid.