PRIMERA PLANA

Nadie dimite

La ciudadanía está harta de los políticos, del escaso nivel que prolifera y de la sensación de que su profesionalización y ansia de poder lo sujeta todo

Canarias 7, RAFAEL ÁLVAREZ GIL, 25-11-2020

Que la Delegación del Gobierno le denegara el acceso al líder de la oposición al muelle de Arguineguín, es un despropósito más de los ya habituales en la plaza de La Feria. Aunque, bien mirado, tampoco es de extrañar lo ocurrido al jefe de los populares cuando hace tiempo que los periodistas y reporteros gráficos se tropiezan con trabas para realizar su trabajo en Mogán. Con todo, lo acontecido el fin de semana con Pablo Casado vigoriza la tendencia de degradación de la política y de los usos y costumbres institucionales. Habría que tirar de hemeroteca para ver cómo fueron los movimientos durante el precedente de la crisis de 2006, pero probablemente entonces se cuidaba más estas cuestiones. El bipartidismo reinaba y, por ende, imperaba la comprensión mutua. A fin de cuentas, antes o después le llegaría el turno (en el neoturnismo) al contrincante y, por lo tanto, no podías dinamitar al adversario. Pero las preocupaciones en la actualidad en La Moncloa son diferentes. La irrupción del multipartidismo hace que inquiete más el descontento posible de ERC o EH Bildu que el cabreo en el cuartel general de Génova.

Anselmo Pestana le dio un portazo a Casado y se marchó al sur de Tenerife a acompañar al ministro José Luis Ávalos. Seguimos sin tener una rueda de prensa de Pestana donde ofrezca todas las responsabilidades y explicaciones pertinentes. La tarde del descontrol de la semana pasada, las imágenes imborrables en la plaza de La Feria, siguen aún sin aclararse. Y el palmero optó por encastillarse en la sede de la Delegación del Gobierno a la vez que mandaba reforzarlo por si se producía un tumulto por, eso sí, una legión de hambrientas, cansadas y hastiadas personas. Después de una dura travesía donde se jugaron la vida y días de reclusión en el puerto moganero bajo un sol de justicia, en lo menos que estarían pensando es en una revolución en un país que no es el suyo. Es lo que tiene el miedo: engendra monstruos. Y el miedo, que te atrinchera, es síntoma de que la realidad te supera.

Aquí nadie dimite. Ni lo hará. Ese ejercicio de honestidad implica caer en las listas o puestos gubernamentales en el próximo mandato. Y hay que seguir en el tiovivo como sea… La ciudadanía está harta de los políticos, del escaso nivel que prolifera y de la sensación de que su profesionalización y ansia de poder lo sujeta todo. Ahora bien, la ausencia de dimisiones y de ceses, lo acaba pagando alguien en la cúspide de la jerarquía: Ángel Víctor Torres pone la cara por los errores de Pestana y del ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska. El empresariado canario exige responsabilidades y soluciones. El aruquense trata de ganar tiempo y que las aguas amainen. Mientras tanto, nadie sabe si Pedro Sánchez responderá a la carta que le envió Antonio Morales. El colmo sería que le contestase, tan solo por quedar bien, con unas líneas protocolarias que, en verdad, no dicen nada y son preparadas por alguien de su Gabinete. El presidente del Cabildo no está para bromas: no desea salpicarse por el desprestigio que empantana lo público. Llueve sobre mojado.

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