No más muertes en el Mediterráneo

La vida no puede ser tratada de forma táctica. Si alguien se está ahogando se le rescata y punto.

El País, ALEJANDRO PLANS BERISO, 20-05-2019

Desde 2010 el número de inmigrantes que llega a España cada año es 350 veces menor que el número de turistas que visitan anualmente nuestro país.

Hoy hay 1.100.000 personas inmigrantes menos en España que en 2011.

En el año 2014 salieron voluntariamente 500.000 personas inmigrantes del país, lo que supuso una drástica disminución del 10% en el número de inmigrantes en España. Paradójicamente este fue el año en que VOX denunciaba por primera vez la supuesta invasión de inmigrantes.

El Fondo Monetario Internacional establece que lo que ha salvado el Sistema de Pensiones Español de la Bancarrota desde el año 2000 ha sido el flujo migratorio que ha recibido entre 2000 y 2008, e insta a España a duplicar el número de inmigrantes actual para sostener el sistema público de pensiones.

La realidad es que las personas buscamos simplemente oportunidades de trabajo, por eso llegaron millones de personas entre el 2000 y 2008 cuando en España se alimentaba la burbuja inmobiliaria y de deuda privada, y por la misma razón abandonaron voluntariamente millones de ellas nuestro país desde que la burbuja estalló en 2008.

No fue justo, perseguir, detener, encerrar en CIES y echar a los miles de inmigrantes que hemos echado, que tras años trabajando legalmente en aquellos sectores, donde los españoles no queremos trabajar, se convirtieron en “ilegales” cuando en 2009 perdieron su trabajo. No fue justo y tampoco era necesario, porque el 99% de las personas inmigrantes que se han ido de España lo han hecho voluntariamente buscando oportunidades de trabajo.

En definitiva, la invasión no es cierta, la noticia es la contraria. Si se tratara de dinero, en lugar de personas migrantes, el titular sería “Fuga de capitales. España se desangra”.

No vienen a vivir de los subsidios. Lo que mueve a toda persona inmigrante es poder trabajar

El deseo que permanece en la cabeza de una persona migrante que atraviesa desiertos, mares y vallas es el de poder trabajar. Pero, aun cuando consiga llegar, la legislación nacional y europea les niega la posibilidad de trabajo hasta que demuestren tres años de residencia en España, lo que los lleva a empadronarse de inmediato y que empiece a contar el tiempo para esos tres años de pesadilla.

Una persona inmigrante empadronada y sin permiso de trabajo no recibe subsidio alguno. No tiene acceso a los centros de salud. Es perseguida por la policía y, si le detienen, con gran probabilidad terminará recluida en un Centro de internamiento de inmigrantes donde se le privará de libertad hasta que finalmente se le deporte. La única opción que tienen durante esos tres años es encontrar algún trabajo informal que les permita sobrevivir y enviar dinero a sus países de origen.

Como dice Adela Cortina “Es imposible no comparar la acogida entusiasta y hospitalaria con la que se recibe a los extranjeros que vienen como turistas con el rechazo inmisericorde a la oleada de extranjeros pobres”.

Las tareas de rescate en el mar Mediterráneo no favorecen el efecto llamada.

La Organización Internacional de Migraciones, que tampoco tiene fobias ni miedos, cifra en más de 3.000 el número de muertes en el mar Mediterráneo cada año. La Unión Europea, detrás de su discurso de derechos humanos, no solo no tiene ningún organismo dedicado al salvamento en el mar Mediterráneo, sino que además dificulta, y en muchos casos prohíbe, las actuaciones de rescate realizadas por las ONG sobre la base de un supuesto “efecto llamada” provocado por dichas actuaciones.

Esto es algo tan macabro como decir que los bomberos no deberían rescatar a las personas atrapadas en un incendio doméstico porque esto favorece la proliferación de incendios. “Serán más prudentes con el mantenimiento de la caldera si les dejamos que se quemen vivos” pensarán estos responsables de control migratorio.

Y dejémoslo claro, las personas que se embarcan en la travesía del mar Mediterráneo no huyen de un incendio que han provocado ellos, sean guerras o pobreza o catástrofes climáticas. Europa tiene una gran responsabilidad en dichos incendios.

Pero al margen de la causa del incendio, ¿Quién en su sano juicio piensa de esta manera? El valor de la vida de una sola persona es infinito. La vida de las personas no puede nunca ser tratada de forma táctica o estratégica para prevenir nada. Si una persona se está ahogando se le rescata y punto.

Todo esto tiene solución

El fin de las muertes en el Mediterráneo es una decisión política. El programa del partido Por Un Mundo Más Justo para estas elecciones europeas prioriza terminar con las muertes en el mar Mediterráneo y con el estado de Apartheid que sufren las personas inmigrantes irregulares.

*Alejandro Plans Beriso es portavoz general del partido Por Un Mundo Más Justo.

#NoMasMuertesEnElMediterraneo

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