Extranjería. Derechos

Williams denuncia que España mantiene controles "por el color de la piel"

La Vanguardia, Redacción, 14-12-2018

Vitoria, 13 dic (EFE).- Rosalind Williams, la mujer que llevó a España ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU al ser identificada “por ser negra”, ha denunciado hoy que la Policía mantiene estos controles “por el color de la piel” a pesar del dictamen de Naciones Unidas que los considera discriminatorios.

Williams, que sufrió esta situación en 1992 en la estación de tren de Valladolid y vio cómo el Tribunal Constitucional avalaba la actuación policial, ha acudido a Vitoria para ofrecer una conferencia junto con Zeshan Muhammed, otro extranjero residente en Barcelona que también denunció un caso similar en 2013.

El encuentro, titulado “Valientes”, se enmarca dentro de las actividades del I Congreso vasco sobre Igualdad de Trato y No Discriminación y está organizado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), cuya responsable en Vitoria, Rosabel Argote, recuerda que son “las dos únicas personas que han denunciado esta vulneración de derechos” a pesar de que es “una práctica constante”.

Algo que choca con el dictamen de la ONU de 2009 en el que, además de pedir la reparación del daño causado, planteó al Gobierno español que habilitase los mecanismos necesarios para evitar que se repitiera una situación que se contradice con lo recogido en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, del que España forma parte, al usar la raza como un indicio de una posible situación ilegal.

“Estos controles a los extranjeros se realizan de forma constante”, asegura Argote, y Williams lo corrobora. “Ahora todavía hay más identificaciones porque se solapa el tema de la inmigración con el del terrorismo, e incluso me pasó una segunda vez, en el aeropuerto de Barajas, cuando volvía de contar mi testimonio en Nueva York. Fui la única a la que pararon”.

Esta mujer de nacionalidad española pero nacida en Nueva Orleans, y que reside junto a su marido en España desde 1968, recuerda el 6 de diciembre de 1992 como si fuera ayer. “Fue toda una sorpresa, nunca me había pasado. Y el policía no pidió la documentación a nadie, salvo a mí, por lo que le preguntamos por qué. ‘Por el color de la piel’, nos dijo”, evoca.

Junto con su marido, presentaron sus documentos de identidad, pero también pidieron el número de placa del agente y, tras meditarlo un día y asesorarse con amigos periodistas, fue a la comisaría a denunciarlo, donde asegura que no le quisieron atender al tratarse de la actuación de un compañero.

Pese a ello, lograron realizar el trámite y vieron cómo los tribunales españoles rechazaban su denuncia, incluido el Tribunal Constitucional, que avaló esta práctica por la necesidad de detectar a los extranjeros en situación irregular.

“Fuimos fuera de España, a la ONU, cuando fue desestimado por los tribunales. En ese momento estábamos en una vía muerta, pero decidimos seguir adelante, porque para quien lo sufre esto es algo humillante y agresivo”, agrega.

Williams es consciente de que este no es el único problema que afrontan en la actualidad los extranjeros, ya que existe un rechazo hacia ellos de parte de la sociedad que achaca a “un problema de pedagogía”, ya que ante el aumento de la población extranjera experimentado en las dos últimas décadas “no hay una actitud oficial del Gobierno de instruir a la población para concienciarla”.

“El racismo no se va a erradicar en dos días, pero creo que hay que mirar a otros países, como Inglaterra y Holanda, donde se han dado avances”, agrega este icono de la lucha antirracista pacífica, que asume que este “es un problema tan viejo como el mundo” y apela a la convivencia en común “de una manera cívica”.

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