Los socios de Merkel le dan dos semanas para sellar un acuerdo migratorio europeo

El ministro del Interior da tregua a la cancillera y empezará a expulsar solo a inmigrantes sin permiso para viajar

El Periodico, , 18-06-2018

Calma después de la tormenta. Tras una semana marcada por fuertes presiones internas que amenazaban con romper el Gobierno alemán, los conservadores han sellado este lunes una tregua para evitar que la sangre llegue al río. Reunido en Múnich con la junta directiva de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), el ministro del Interior, Horst Seehofer, ha dado tiempo a la cancillera alemana Angela Merkel para que negocie un acuerdo europeo antes de aplicar el cierre de fronteras que proponía en su “plan maestro”.

En un claro gesto de distensión, el líder bávaro ha asegurado que, de forma gradual, Alemania empezará a expulsar en la frontera a pequeñas cantidades de aquellos inmigrantes que tengan prohibido viajar, pero no a aquellos que ya hayan sido registrados en otros estados de la Unión Europea. Es en este punto donde chocan frontalmente con la cancillera, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) que se opone a lo que supondría prácticamente un cierre de fronteras. “Aún no tenemos la cuestión migratoria bajo control”, ha remarcado.

En un tono más calmado, Seehofer ha asegurado que todo el equipo directivo de los conservadores bávaros apoya esa tregua aunque ha remarcado que la expulsión de inmigrantes y refugiados en la frontera sigue siendo una cuestión vital en su propuesta para endurecer la política migratoria de Alemania.

Asediada por la creciente presión dentro de sus propias filas, Merkel pidió a los suyos tiempo hasta la próxima cumbre europea del próximo 28 y 29 de junio para tratar de llegar a un acuerdo migratorio con sus socios europeos que calme las aguas en Alemania. Aunque amenazó con ignorar las directrices de la cancillera e implementar esa dura restricción migratoria, Seehofer ha optado finalmente por un alto al fuego temporal que si bien aún no la descarta sí aplaza una posible implosión de la coalición de gobierno.

Aunque han evitado una crisis mayúscula, el ultimátum sigue sobre la mesa de Merkel, quien dispone de solo dos semanas para llegar a un consenso europeo. La cancillera ha apuntado que “no hay automatismos”, sin embargo el gesto a medias de Seehofer le recuerda que el preparativo para un cierre de fronteras estará listo para ponerse en marcha en cuanto ese eventual acuerdo migratorio con otros países no llegue a buen puerto. Aun así, Merkel ha dibujado a su enemigo íntimo lo que se entiende como una línea roja. "[Cerrar las fronteras] es un cuestión de competencia política”, ha apuntado. Ella es la única con poder para poder decretar esa medida.

Merkel acudirá así a Europa para salvar un escollo que, por primera vez en sus 12 años de mandato, ha puesto en jaque su reinado. Este mismo lunes por la noche la cancillera se reúne con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, mientras que este martes lo hará con el presidente francés, Emmanuel Macron. De no poder llegar a un gran acuerdo europeo se espera que Merkel tienda puentes con otros países para cerrar acuerdos bilaterales que satisfagan a sus socios conservadores. Por su parte, Seehofer quiere empezar a hablar con Austria, gobernada por conservadores y ultraderecha, para preparar su cierre de fronteras.

En una encuesta publicada este lunes hasta un 68% de los alemanes creen que la presión por una mayor restricción de la política migratoria es una pura táctica electoral de los conservadores bávaros, una opinión que solo contradicen los propios votantes de la CSU y de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

Y es que el próximo 14 de octubre Baviera, una de las regiones más ricas de Alemania, celebra unos comicios regionales que volverán a impulsar a los xenófobos. Temerosos de perder la mayoría absoluta que recuperaron en el land en el 2013, la CSU se ha lanzado a por el voto más nacionalista. Así, Seehofer ha asegurado que el islam "no pertenece a Alemania" mientras que el Gobierno bávaro ha aprobado la ley policial más dura del país y ha vuelto a colgar cruces cristianas en todos sus edificios públicos.

Sin embargo, el principal beneficiado de esa táctica es AfD, que en el último sondeo demoscópico se dispara a la segunda posición con un 13,5% de los votos, una increíble entrada en el Parlamento regional a cuestas del ala más ultra de la CSU.

En ese sentido, el primer ministro bávaro Markus Söder ha sido una de las voces menos flexibles con la petición de la cancillera. A diferencia de la CDU, la hermana CSU deja la puerta abierta al unilateralismo nacional. “Los estados deben tomar primero las decisiones que después se apliquen a Europa”, ha comentado antes de la reunión conservadora, contradiciendo la posición de Merkel. “Intentan humillar a la cancillera porque aprueban lo mismo que la ultraderecha: su caída”, apuntaba la analista política Ferdos Forudastan en el diario muniqués Süddeutsche Zeitung.

Esa posición recalcitrante de Baviera también ha molestado a los socialdemócratas (SPD), terceros socios del gobierno de coalición alemán. La presidenta socialdemócrata, Andrea Nahles, ha pedido una reunión de la coalición antes de la cumbre europea del 28 de junio: “Que haya acuerdo entre ellos no significa que el SPD lo apruebe”. Más turbulencias para Merkel.

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