Emigrantes mariñanos ocuparon cargos relevantes en la vida pública de Filipinas

El historiador Bournacell destaca la posición que ocuparon el focense Ramón López, el viveirense Servando Fernández y el ribadense José Vicente

La Voz de Galicia, MARTÍN FERNÁNDEZ, 18-03-2018

Las Islas Filipinas recibieron en la segunda mitad del siglo XIX una ola de inmigrantes españoles, pequeña en términos relativos pero muy significativa y poco estudiada. El censo elaborado por el arzobispo de Manila indicaba que en 1894 los residentes eran 75.554 personas. Los mariñanos no fueron muchos pero algunos como el focense Ramón López, el viveirense Servando Fernández Vitorio o el ribadense José Vicente Pérez alcanzaron una relevante posición social y económica, según el historiador Caamaño Bournacell. Esa misma posición ya la habían ocupado, desde la incorporación de Filipinas a España en el siglo XVI, otros personajes vinculados a Viveiro: Gómez Pérez das Mariñas y su hijo, Luis, capitanes generales y virreyes, y el dominico Nicolás Cora Montenegro.

El cronista oficial de Betanzos, José Raimundo, sostiene que Gómez Pérez das Mariñas nació en 1539 en Betanzos. Sin embargo, en el Expediente de Pruebas para profesar como Caballero de la Orden de Santiago, varios testigos declararon que su lugar de nacimiento era Viveiro.

Virrey y padre de la patria

La errónea declaración deriva de que estuvo casado ?un mes- con la viveirense María Sarmiento Ribadeneira, la latina gallega, la influyente y poderosa legataria de bienes para crear una Escuela de Gramática en Viveiro, uno de los primeros colegios seglares que hubo en España. Era señora del Coto de Cerdido y fundadora del Colegio de la Natividad en Viveiro al que dejó como heredero del coto cuando falleció en 1564. Su esposo Gómez heredó todos sus bienes y según su testamento depositado en la Fundación Ducal de Medinaceli y otorgado en Manila en 1592 compró «la casa de Pedro de Cela» en Viveiro, lugar de su residencia, para cumplir la voluntad de su esposa. En el documento dice que, si muere lejos, debe ser enterrado en el convento de San Francisco en Viveiro o en la capilla de San Juan, en Betanzos, con sus padres y abuelos.

Con su segunda esposa, Ana de Sotomayor y Mendoza, Pérez das Mariñas tuvo tres hijos: Luis, nacido en Viveiro y que le sucedió en el cargo en Filipinas, y Berenguela y Gregoria, ambas monjas.

Al Virrey de Filipinas, que fue también Gobernador de León y Murcia, se le considera en el país asiático padre de la patria por un largo y excepcional gobierno en el que, entre otras cosas, dio forma a la ciudad de Manila y construyó su Catedral, desarrolló la economía del país y fomentó el comercio con China, llevó a los dominicos y fundó la ciudad de Dasmariñas que hoy tiene 700.000 habitantes. Su hijo Luis fue el creador de una famosa obra pía, el Colegio de Santa Isabel. Otro ilustre viveirense, nacido en Galdo en 1769, el dominico Nicolás Cora Montenegro fue rector y catedrático de la Universidad de Manila y murió, con fama y prestigio, en 1827.

martinfvizoso@gmail.comRamón López murió cuando, tras 48 años, iba a regresar a Foz

En el número 470 de la revista Vida Gallega, de diciembre de 1930, se informa de la muerte de «nuestro paisano, el honradísimo y prestigioso hacendado don Ramón López, de Foz, rico propietario de las haciendas Galicia y Santa Cruz, en la ciudad de San Carlos, Islas Filipinas». La publicación destaca que López ?del que no indica el segundo apellido- había ido a Filipinas en 1881 formando parte del Regimiento Peninsular de Artillería. Por aquel entonces, el Ejército Colonial español destacado en las islas se nutría de tropas indígenas puestas al mando de oficiales peninsulares. Solo el de Artillería disponía de tropa peninsular desde que fuera disuelto el regimiento indígena en 1872 al amotinarse su personal en Cavite.

Ramón López fue uno de aquellos 1.610 artilleros que, procedentes de la Península, formaron un regimiento de dos batallones, uno en Manila y otro en Cavite.

Cuando concluyó la presencia de España en Filipinas, al perder la guerra hispano-americana de 1898, López se licenció y se casó con una nativa con la que tuvo seis hijos. Se instaló en la región de Negros, donde fundó un pueblo llamado Foz, y se labró una fortuna desde sus haciendas, consideradas de las mejores del país y dedicadas a la producción de tabaco, arroz y abacá que se exportaba preferentemente a España.

Cuando tenía 68 años y llevaba 48 fuera de su tierra natal, el emigrante quiso volver a Foz. Ya tenía la documentación y el pasaje dispuestos cuando ?según la citada revista- «le sobrevino una enfermedad, que duró siete meses, y que puso fin a una vida de trabajo y honorabilidad, digna de un buen español y de un buen cristiano. Y allí, en aquellas apartadas tierras, quedó un hogar donde se ama a Galicia con el mismo fervor con que la amaría cualquiera de sus hijos». Su cuerpo recibió sepultura en el panteón de la Sociedad Benéfica Española de la ciudad de Cebú. Y a su muerte, sus hijos adquirieron otras dos haciendas, a una de las cuales pusieron el nombre de su madre, Braulia, y a otra el de su padre.
Al juez de Viveiro, Fernández-Victorio, lo confinaron por osar investigar el asesinato de Prim

En los últimos tiempos de la presencia de España en el país oriental, dos mariñanos tuvieron un protagonismo especial. El viveirense Servando Fernández-Victorio Arenas fue el último Presidente de la Audiencia de Filipinas. Era una persona de gran integridad moral y de probado temple que, entre otras cosas, lo llevó a votar en contra de la rendición de España ante Estados Unidos en la guerra de 1898 que acabó con el Tratado de París firmado por el ministro pontevedrés Eugenio Montero Ríos, O cuco de Lourizán. En su periplo por la justicia peninsular, Fernández-Victorio Arenas fue el único juez que instruyó la causa, en 1870, por el asesinato del General Prim y eso le acarreó graves consecuencias. A las pocas horas de firmar la providencia en que acordaba pedir a las Cortes Españolas auto de suplicatorio contra cierto diputado fue airadamente separado de su cargo, a medianoche, y destinado como Magistrado a la Audiencia de Cáceres para pasar, a los pocos meses, castigado por su independencia y osadía, a las Islas Filipinas…

Por su parte, el ribadense José Vicente Pérez Martínez ?a quién ya se dedicó una página de Memoria de Mariñáns- fue el último gobernador de la provincia de Isabela de Luzón y uno de los últimos de Filipinas que asistieron, en 1898, al fin del imperio colonial español. Cuando regresó, publicó el libro Pérdida de la provincia de Isabela de Luzón que es un documento de referencia para conocer el conflicto acaecido. Había nacido en Ribadeo en 1863 y fue un consumado escritor y crítico musical y teatral.

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