Manchester se sobrepone al horror sin revanchismo racista

La Policía detiene a un hombre de 23 años por su supuesta relación con el terrorista suicidaSalman Abedi, identificado como autor del ataque, creció y vivía en la ciudad

Diario Sur, ÍÑIGO GURRUCHAGA , 24-05-2017

Miles de personas se congregaron en la tarde de ayer en la plaza de Albert, en Manchester, frente al edificio gótico que se construyó en el siglo XIX para dar cabida a la creciente gestión municipal de esta gran urbe industrial, y escucharon a su alcalde, sir Richard Leese, proclamar: «Somos Manchester y nos sobrepondremos a los eventos de anoche, porque nos mantendremos juntos». No es mera retórica que se lleva el paso de los días. En la calle del barrio de Fallowfield donde vivía el autor de la masacre de la sala de conciertos Arena, dos mujeres, Ava Caig y Lisa Kelly, hablaban de lo ocurrido junto a sus hijos e hijas, de edades similares a muchas de las víctimas, y no expresaban rencores racistas.

Lisa contaba que había pasado el día pensando o hablando sobre lo sucedido y, cuando había recogido a su hijo de la escuela, charló con una vecina musulmana que se había echado a llorar. Y la propia Lisa se emocionaba contándolo. Ava insistía en que su barrio es una comunidad: «No podemos dejar que este odio nos gobierne». En la otra acera, una chica musulmana de 17 años, Amna Hameed, observaba el final de la calle, donde policías se retiraban después del largo registro de la vivienda: «Es horrible. Yo estuve hace dos semanas en un concierto de The Weeknd. En el instituto nos han encerrado y no hemos podido salir en todo el día».

En este barrio, en el que británicos, irlandeses, africanos o asiáticos, viven sin lujo y con peores días que uno soleado de primavera, como el de ayer, creció y vivía Salman Abedi, de 22 años, que en la noche del lunes hizo explotar una bomba en el vestíbulo de la sala de conciertos Arena, cuando había terminado el de la estadounidense Ariana Grande.

Es una artista que ha llegado a los escenarios musicales de su gira mundial por la vía de Nickeldodeon, una canal de televisión para niños. La Policía de Manchester afirmaba ayer que entre los 22 fallecidos hay bastantes jóvenes y doce de los 59 heridos tienen menos de 16 años. Solo identificó a tres víctimas mortales, una joven de 18, un hombre de 26 y una niña de 8.

Pánico

La niña, Saffie Rose Roussos, murió, según la BBC, tras perder el contacto con su madre y su hermana en los momentos posteriores a la explosión de la bomba. No se ha especificado si murió por lesiones causadas por la bomba o por aplastamiento de una multitud que reaccionó con mucho nerviosismo. Algunas imágenes y los testimonios recogidos, especialmente por el diario &lsquoManchester Evening News&rsquo componen un cuadro de pavor, en el que el público intentaban alcanzar la calle por una de las cuatro amplias salidas de un auditorio, con capacidad para 21.000 personas.

No se conocen suficientes datos oficiales, pero sí parece cierto que el suicida hizo explotar una bomba con metralla de clavos y tuercas en la salida que da a la estación de tren Victoria, frente a la catedral, y conectada con la zona peatonal y comercial.

La prensa local describe a chicas y chicos corriendo por las calles colindantes presos del pánico. Hay también abundantes testimonios sobre la generosidad inmediata del personal de los hoteles, de taxistas y vecinos. Y hay cuestiones sobre las medidas de seguridad para el acceso al concierto o los problemas para el tráfico de vehículos de emergencia.

El Manchester que se congregaba en el atardecer de ayer para expresar el duelo había recuperado algo su pulso vital, pero durante el día la ciudad tenía un ambiente serio, sacudido ocasionalmente por la alarma. El gran centro comercial Arndale fue evacuado a media mañana por una alarma que resultó injustificada.

Regreso

Las fuerzas de seguridad reaccionaron al atentado con dos respuestas visibles. La inmediatamente observada por quienes llegaban a la ciudad era el despliegue de unidades antiterroristas en lugares estratégicos para evitar lo que más preocupa a los responsables británicos, un atentado simultáneo en diversos lugares, como el perpetrado en París en noviembre de 2005. La segunda respuesta era la investigación de la autoría y de las circunstancias. Se acordonó en torno a la sala Arena un amplio perímetro para esterilizar lo más posible el escenario del crimen y de la tragedia y extraer la información forense necesaria. La identidad de Salman Abedi fue adelantada por los servicios antiterroristas de Estados Unidos hacia el mediodía.

Para entonces, policías que se bajaron de una furgoneta no marcada habían detenido a un hombre de 23 años que salía del supermercado Morrisons, en el barrio de Chorlton. La macrotienda está a cuatrocientos metros en línea recta de la esquina de la calle del barrio contiguo de Fallowfield donde entraron poco después en el domicilio de Abedi, tras utilizar explosivos para derribar la puerta.

La policía también registró una vivienda en Whalley Range, un barrio vecino de Chorlton y Fallowfied. La búsqueda de conexiones de Abedi, hijo de una familia de refugiados libios, ha llevado a la Policía de Manchester a un territorio ya conocido. De allí partieron en 2014 hacia Siria las gemelas Halane, de origen somalí y de 16 años. De allí huyó su hermano. Allí vivía su primo, hoy encarcelado.

A primeras horas de la noche de ayer el Gobierno británico elevó el nivel de alerta terrorista de «grave» a «crítico» y decidió el despliegue de militares para apoyar a la policía, según anunció la primera ministra, Theresa May. «No podemos ignorar la posibilidad de que un grupo más amplio de individuos esté vinculado con el atentado de Mánchester», subrayó al término de un concierto en Manchester.

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