SOCIEDAD

¿Cuántos Adou hay en la sociedad canaria?

El periodista Nicolás Castellano presenta un libro sobre el niño marfileño que intentó cruzar la frontera de Ceuta dentro de una maleta para encontrarse con su familia, que vivía en Fuerteventura

El Día, @sarayencinoso , 28-04-2017
imagen de Adou, el menor de 8 años que en 2015 intentó cruzar la frontera de Ceuta dentro de una maleta, conmocionó al mundo. Ese niño era marfileño y solo quería vivir en el país en el que ya residían, de manera legal, sus padres. Su historia, que es la de una familia que intentó durante muchos años escapar de la pobreza y la miseria, no es ajena a miles de canarios que a lo largo de su vida han tenido que emprender viajes de ida y vuelta, y que han visto cómo la reagrupación familiar, sometida a la situación política o a económica, se tornaba imposible. “Canarias es tierra de tránsito hacia una vida mejor y hay una sensibilidad especial hacia la inmigración”. En 2006, cuando llegaron miles de personas a las Islas a bordo de endebles embarcaciones, “dio una lección de humanidad” y empatía. Porque, “¿cuántos Adou hay en la sociedad canaria?”.

El periodista Nicolás Castellano está convencido de que muchos canarios se sentirán identificados con la historia de este niño, que él ha convertido en libro y que fue presentado ayer en el Espacio Cultural de la Fundación CajaCanarias, en Santa Cruz de Tenerife. Castellano cubrió ese terrible suceso y decidió pocos meses después que aquella historia tenía todos los ingredientes para convertirse en una obra mucho más amplia con la que denunciar cómo la arbitrariedad de las leyes de Extranjería estaba condenando a miles de familias a separarse. A fin de cuentas, si aquella imagen había conseguido colarse entre los principales titulares de todo el planeta, ¿por qué no usarla como punto de partida para contar algo más amplio?

El resultado es “Me llamo Adou. La verdadera historia del niño de la maleta que conmovió al mun-do” (Planeta), un libro que narra una historia individual, pero también colectiva. Detrás del emotivo relato hay un riguroso trabajo de investigación de más de un año. A lo largo de 192 páginas Castellano cuenta la odisea que vivió primero Alí, el padre de Adou, para emigrar e intentar traer a su familia. Primero consiguió que su mujer se mudara con él a Fuerteventura en 2012 a donde él consiguió llegar en una patera seis años antes y luego su hija, pero Adou seguía a miles de kilómetros. Según la ley, la familia no tenía medios económicos suficientes para mantener a los chicos (le faltaban 56 euros) y no se priorizó la necesidad del menor. Desesperados, sus padres contactaron con una organización ilegal para traer al niño. En el control, cuando se descubrió, el padre fue el primer impactado, pero eso no lo libró de la cárcel a él ni del centro de menores a Adou mientras esperaban los resultados del ADN.

Doce años después de que empezara toda la odisea para llegar a España, todavía siguen sin estar juntos, cuenta con tristeza Castellano. Alí está en libertad provisional. Se negó a aceptar un trato de un año en prisión, a pesar de que no entraría en la cárcel por no tener antecedentes, porque no quiere que se considere que ha traficado con su propio hijo. Mientras continúa el proceso judicial no está autorizado a salir del país. Su mujer, harta de la “popularidad” que ganó la familia, dejó Fuerteventura y se mudó a París con sus hijos, donde tienen otros familiares. El objetivo, si la justicia les deja, es reunirse en Bilbao.

Castellano lamenta la escasa importancia que se da a la Ayuda Oficial al Desarrollo, que prácticamente se ha eliminado en países como España y que en ocasiones se ha usado erróneamente para garantizar la seguridad de las fronteras. Blindarnos, insiste, no solo es injusto o inhumano, sino que no funciona. Quiere que su libro sirva para que nos hagamos preguntas pendientes, como qué leyes estamos permitiendo o cómo consumimos un “fast food” de mensajes xenófobos que da lugar a los Le Pen y Trump de este mundo.

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