Méndez: «A un niño hay que explicarle con claridad imágenes como las de Aylan»

Elena Méndez, responsable de sensibilización de CEAR, Miembro de la ONG de ayuda a los refugiados, su trabajo consiste en concienciar a alumnos y profesores sobre una crisis de «derechos»

Diario Vasco, TERESA FLAÑO, 28-04-2017

Elena Méndez, en representación del CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), participó ayer en las Jornadas por el Derecho a la Educación organizadas en la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología de la UPV en Donostia. La entidad ha editado, junto a la Fundación SM, el libro ‘La nueva vida de Yamala’, la historia de muchos niños refugiados, destinado a alumnos de Primaria y que se presentó a los futuros profesores guipuzcoanos.

- Forma parte de un equipo que se dedica a recorrer los centros escolares sensibilizando sobre la situación de los refugiados ¿Los niños, como muchos adultos, también tienen prejuicios respecto a este tema?

- Sí, pero no por ellos mismos, si no por lo que escuchan en casa, en la calle o ven en la televisión y en internet. Nuestro principal trabajo es evitar esos prejuicios y las conductas xenófobas. La escuela es un espacio maravilloso de trabajo para ello. Primero hay que detectar esos prejuicios, que muchas veces están ocultos. Les ayudamos a buscar fuentes fiables de información, a leer las estadísticas e interpretarlas. También a saber combatir los prejuicios de otras personas. No entramos negando porque los niños se protegen y hay que saber reconocer sus miedos, que son una sensación tan lícita como cualquier otra. Si se hace bien esta labor estamos ganando todos porque ellos transmiten lo que captan a sus familias en casa o a su entorno.

- ¿Cuál es exactamente su función?

- Buscamos hacer llegar a la ciudadanía española, y en nuestro caso concreto a los niños y profesores, la realidad de las personas refugiadas, cómo sus derechos humanos están siendo vulnerados. Esa realidad no siempre está bien reflejada, muchas veces se imponen los rumores, las prevenciones, los prejuicios… Hay que tener en cuenta que muchas veces los refugiados han salido de su casa de prisa, sin tiempo de recoger, y llegan sin papeles. No es una huida planificada. Entonces deben enfrentarse a un sinfín de pasos burocráticos que les hacen estar justificándose todo el tiempo, cuando en realidad lo que buscan es un lugar donde no tener miedo y vivir con normalidad.

- Hacen especial hincapié en que la situación que se está viviendo en la actualidad no se debe llamar ‘crisis de refugiados’.

- Sí. Al definirlo así parece que estamos culpando a los refugiados. Es una crisis de derechos. Lo que está sucediendo ahora ya se veía venir y Europa no ha puesto los medios adecuados para que las personas que se ven obligadas a abandonar sus países, que en ningún caso es una elección sino una migración forzada por una guerra o por una persecución por su opinión política, su religión o su opción sexual, estén protegidos.

- ¿Por lo general en las escuelas se sabe cómo tratar a un chaval que ha tenido que abandonar su casa y llega a un país del que desconoce todo, incluido el idioma?

- Es un tema muy complicado. Ahí tenemos que hacer un trabajo muy especializado porque cada uno tiene su especificidad. Se les acompaña para que el resto de la clase conozca bien su situación, se les hace un seguimiento para que su integración sea la adecuada. Pero me gustaría decir que en realidad personas refugiadas llevan viniendo desde hace muchos años, lo que sucede es que no habían saltado a los medios de comunicación como hasta ahora porque no nos los habíamos encontrado tan cerca ni de forma tan dramática. Siempre ha habido refugiados.

- ¿Cómo reaccionan los niños de una clase cuando reciben a un compañero refugiado?

- Los niños tienen menos complicaciones que los adultos. Si se trabaja con ellos, es bastante sencillo. Nosotros utilizamos muchos vídeos y libros como ‘La nueva vida de Yamala’, que acercan la situación. De todas formas, los niños españoles llevan mucho tiempo compartiendo aulas con personas migrantes y no es tan diferente. Puede haber una persona que venga de Colombia por motivos económicos o por problemas políticos, pero en el fondo es lo mismo. Lo que no sucedía es que hubiera una presencia tan fuerte de niños de otros países como los árabes. Si el colegio ha fomentado la interculturalidad y la acogida de personas, los niños lo asumen con normalidad. Ayuda muchísimo que un niño refugiado sea bien recibido en su nueva escuela.

- ¿Se encuentran muchas situaciones de discriminación?

- Sí, tenemos esas situaciones. Sobre todo de islamofobia. Ahí está nuestro trabajo, ir desactivándolas.

- En sus presentaciones incluye el caso de Aylan, el niño turco ahogado en la orilla de una playa.

- Ese fue un momento crucial para nosotros. Sirvió para concienciar a mucha gente. Muchos colegios nos llamaron para que les recomendáramos cómo explicar el tema a sus alumnos.

- ¿Y cómo se explica a un niño de Primaria esa imagen?

- No es tan difícil y hay que hacerlo con claridad. Tenemos vídeos y gráficas que ayudan, porque no es cuestión de darles un discurso. Hay que explicarles que hay países donde ha estallado una guerra o donde el gobierno persigue a unas personas porque tienen otra religión, son de otra raza o tienen una profesión que les resulta incómoda como la de periodista, que por eso tienen que salir corriendo y que en esa huida se encuentran con unas vallas. Se pregunta a los niños qué harían ellos si pensaran que al quedarse en su país les podían matar. Todos entienden que hay que huir como sea, aunque eso implique ponerse en manos de mafias que no les preocupa tanto la vida de los que se marchan sino cobrar el dinero. Al principio les extrañaba que los padres metieran a sus hijos solos en un barco sin saber dónde iban a acabar. Te decían: «Mi madre nunca haría eso sabiendo que no iba a estar seguro». No se lo creían o pensaban que no les querían. Ahí hemos tenido que hacerles entender la situación en la que viven para que una madre tome esa decisión. Por ejemplo, les llevamos los chalecos que las mafias les dan y que no sirven para nada. Cuando ven esas cosas, van entendiendo más, se quedan frustrados y se conciencian para tratar mejor a los que llegan aquí.

- ¿Hay que explicarles las cosas con realismo o al modo Walt Disney?

- Como Walt Disney para nada. Lo que sí hay que adecuar es el lenguaje para que lo entiendan. Si les empezamos a hablar de protección subsidiaria y de los procesos burocráticos no entienden nada. Hay que mostrar las cosas como son, pero sin caer en amarillismo, evitando imágenes violentas que puedan herir su sensibilidad porque entonces se protegen, no quieren ver más y por tanto no van a saber lo que pasa. Por ejemplo, además de los cuentos y vídeos, suele ser muy eficaz que alguien que ha vivido esa situación se lo cuente de una forma directa pero cuidada. Los niños entienden todo.

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