"No quiero ser parte de esa Europa de puro mercado"
La Vanguardia, , 03-08-2015El alemán Thomas Ostermeier (Soltau, 1968) es desde hace casi dos décadas una de las referencias inexcusables del nuevo teatro europeo. Este gigante rubio de casi dos metros crecido en Baviera dirige desde 1999 la mítica Schaubühne berlinesa fundada por Peter Stein. Y la ha convertido en un lugar aún más mítico con sus montajes de nuevos autores y sus enormes adaptaciones de clásicos como Hamlet o Un enemigo del pueblo. Marxista declarado, su teatro siempre pone en relación las circunstancias personales con las sociales y tiene fuertes ecos en el mundo contemporáneo. Pero estos ecos son más evidentes aún cuando elige una obra como El matrimonio de Maria Braun (1979), una de las grandes películas del cineasta alemán Reiner Werner Fassbinder, filme que por cierto no ha visto. Una pieza cuya historia Ostermeier ha llevado a la Bienal de Teatro de Venecia que dirige Àlex Rigola y que recorre la historia alemana desde el final de la Segunda guerra mundial a 1955, cuando una Alemania cuya economía está de nuevo disparada vence a la favorita Hungría en el Mundial de 1954. Y todo a través de la difícil vida de una mujer que se casa durante la guerra y cuyo marido, al que apenas conoce, es enviado al frente y supuestamente muerto. En una Alemania que pasa hambre, Maria Braun acaba en un club de alterne… para soldados americanos. Presa de las circunstancias, utilizando a los hombres y siendo utilizada por ellos, llegará a la cima de una gran empresa que dirigirá con éxito. Simbolismo no falta en un montaje que Ostermeier borda y que fue fuertemente ovacionado. Por cierto que a Ostermeier los rumores le sitúan próximamente en la dirección del Odéon de París, quizá compaginándolo con la Schaubühne.
¿Por qué retomar ahora El matrimonio de Maria Braun?
Durante largo tiempo pensé en hacer una obra sobre la historia de Alemania y pensé incluso en la trilogía de Martin Speer, un escritor bávaro, y llegó esta obra a mis manos sin haber visto la película de Fassbinder y vi que había fuertes ecos en la actualidad. Está situada en la Alemania tras la Segunda Guerra Mundial y habla de Alemania sustituyendo la culpa tras el fracaso en la guerra y el fin de una ideología y del horror. Hay un gran vacío que se tiene que llenar con algo no ideológico que fue la economía perfecta y puso todo su poder y esfuerzo en la economía. Y este guión describe muy bien en una historia de amor lo que sucedió tras la guerra.
¿Quién es Maria Braun par usted?
Una mujer muy masculina que actúa como un hombre. En un momento dado dice construí una casa porque si tú no estuvieras en la prisión habrías construido una casa para nosotros. Y lo hace ella. Toma el poder, que significaba entonces y significa hoy el poder económico, el éxito en los negocios. En su nombre está la alusión a Eva Braun, y su apellido es el color de los nazis y tienes Maria, la Virgen, que renace como Alemania con su pasado y hace muchas cosas que son metafóricamente verdad para esa joven nación: no fijarse en las emociones, no mirar atrás, no enfrentarse a la culpa, ni siquiera mencionar por un momento lo que sucedió en la guerra y obsesionarse completamente con su éxito.
¿Cuáles son para usted los ecos en la Alemania actual de esta historia que sucede entre los años cuarenta y cincuenta?
Empezó todo allí y podemos ver los resultados hoy. He llevado esta obra a París, ahora a Italia, y cuando la llevas fuera tiene aún más ecos al verla a través de los ojos de otras naciones europeas. Es muy perturbador al ver la imagen de una joven Alemania que trata de ponerse en pie de nuevo viendo dónde estamos hoy de nuevo dominando económicamente, y ver una nación sin piedad, bastante fría en sus emociones. Por todo eso me resulta más perturbador desde fuera.
¿Qué piensa de la actual política europea de Alemania?
Hay que plantearlo de la manera adecuada: es la política del gobierno alemán, no de la gente alemana. Es un drama, terrible, porque estamos llegando de nuevo a una situación de crisis, económica y política. Y lo que pienso que es triste y peligroso es que está trayendo de nuevo el nacionalismo, los clichés nacionalistas del sur perezoso, de los perezosos italianos, españoles, portugueses y griegos. La noción de que quieren vivir de nuestro dinero que es, por supuesto, absolutamente equivocada. El país que obtiene mayor provecho de la eurozona es por supuesto Alemania, que tiene la industria, la economía y el país más fuertes y se aprovecha más de la moneda común: cuando tenías la lira y problemas económicos se devaluaba la moneda para competir en el mercado europeo con la industria alemana. Ahora esa posibilidad no existe y es un gran beneficio para Alemania. Esto hace la situación peligrosa, desastrosa, porque en vez de analizar economías salen los clichés racistas nacionalistas. Eso es una pesadilla, es lo opuesto a lo que los políticos y la clase dirigente nos cuentan cuando hablan de su visión de Europa. No hay visión de Europa, es sólo un mercado compartido. No quiero ser parte de esa Europa de puro mercado.
¿Qué le parece el papel de Angela Merkel en esta situación?
Como de costumbre su papel, usted habla a un marxista, querido, es defender los intereses de la clase alta. Uno no debería cometer el error de no ver cuánta clase trabajadora en Alemania sufre. No son los alemanes aprovechándose del poder de la economía alemana, es nuestra clase dirigente aprovechándose del poder de Alemania. La disminución de la ayuda social, de salarios, el aumento del mercado de bajos ingresos, de minijobs, de trabajo temporal es enorme. La clase trabajadora en Alemania está en mucho menos buena forma que hace 15 años. También Alemania tiene nuevos pobres y las diferencias entre los muy ricos y pobres están haciéndose mucho mayores. Tienes que ver esto cuando lees sobre las encuestas en Alemania sobre que el 60% de alemanes no están de acuerdo con hacer una quita a la deuda griega. Debes entender que son gente alemana que no son racistas si no que ellos mismos están en una situación económica mala. Y no entienden que debe haber una solidaridad entre toda la gente explotada en Europa y no enfrentar resentimientos de una clase trabajadora explotada en Alemania contra los pobres de Grecia. La pobreza de Grecia es un escándalo, pero el hecho de que la clase dirigente griega haya hecho posible que el país acabe así también es un escándalo. Mi análisis no es nacional sino de la gente beneficiándose de la economía, y hay en Alemania, en Francia, en Italia, en Grecia, dirigiendo los bancos, aprovechándose del sistema, y sufrimiento en todas partes. Es obvio y una pena que haya que explicarlo.
¿Le sorprende cómo de rápido se ha desvanecido el sueño europeo?
Nunca fue un sueño real, desde el principio se construyó con una coalición fría de Alemania y Francia y desarrollaron algo económico, para que funcionara mejor la economía europea. Nunca hubo una visión verdadera para el continente. La UE no tiene valores sociales y culturales en la constitución europea. Nunca fue una Europa social, aunque debería serlo y entonces el sueño quizá no se habría roto. ¿Puedes reformar la UE a una situación que tenga sentido social y cultural para la gente? Quizá necesitamos una nueva coalición de intelectuales, organizaciones socialmente comprometidas, ong’s, organizaciones de derechos humanos y culturales, debemos crear una nueva red en Europa.
¿Es posible hablar de cultura europea?
Sí, por supuesto, hay una cultura local clara. Europa siempre fue el hogar para artistas que viajaban a través de ella a lo largo de los siglos. Strindberg fue de Estocolmo a París, Ibsen escribió en Roma,y Munich Nabokov fue de Rusia al sur de Francia, en tiempos medievales Dante escribió en el sur de Francia, Petrarca también… Siempre ha habido artistas de diferentes países moviéndose por los otros, considerando que Europa era nuestra frontera. Viviendo en esta tradición de la Ilustración y ya antes del Renacimiento, donde la gente viajaba de un sitio a otro de Europa. Hay una identidad cultural europea en Europa pero los políticos son suficientemente estúpidos para no tratarlo y favorecerlo.
Hablando de Europa, ¿qué hay de los rumores que le sitúan como director del Odéon Théâtre de l’Europe de París?
Los he oído también, pero por ahora no hay nada real en ello. De momento tengo contrato en la Schaubühne hasta el 2018.
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