El calvario en la frontera de la T-1

Los extranjeros pasan varios días recluidos en una sala hasta su expulsión

La Razón, , 08-05-2008

Diana Valdecantos

Madrid- «¿Diga? ¿Con quién hablo?» Al contrario que la mayoría de las cabinas de la capital, la que está situada en la sala de inadmitidos del aeropuerto de Barajas permite recibir llamadas. Los que esperan en esos lares su desafortunado destino, no dudan en descolgar y mantener una conversación con cualquiera que esté en el exterior.

Sus voces suenan desesperadas y con acento casi siempre portugués o latinoamericano. La mayoría, al menos de los que se atreven a levantar el auricular, son ciudadanos brasileños o hispanoamericanos.

Sus historias, para no dormir. «No me puedo volver a mi país. Vendí todo para comprar el billete. Me venía porque allí la cosa estaba muy malita. Si vuelvo ahora, no tengo nada», cuenta, por ejemplo, un ecuatoriano.

Televisión y café

Viven un infierno en un país que no conocen y obedecen a policías con un uniforme que no habían visto antes. «Espera que te paso con un paisano». El auricular pasa de unas manos a otras con el mismo telón de fondo. Una apuesta arriesgada, un montante invertido en un pasaje, y la mala suerte de no haber pasado los controles de inmigración.

«He aterrizado esta mañana, pero creo que me vuelvo en un vuelo dentro de tres horas», cuenta una ciudadana brasileña.

Los que han estado dentro de la conocida como sala 3, describen la estancia como un salón «muy grande» con sillones y televisiones. Las instalaciones tienen además, cabinas telefónicas y varias máquinas de café.

Como el protocolo suele durar varios días, los que no han conseguido pisar el asfalto madrileño, duermen en las casi 130 literas que pueblan parte del local con los aseos y las duchas.

Los intrépidos que se han atrevido a contestar al teléfono explican que la mayoría de los que ahí esperan que se soluciones su futuro se reparten por nacionalidades. Quizá por aquello de lo del idioma. Los subsaharianos tienen además el problema de no entender ni una sola palabra de lo que les hablan las autoridades en un primer momento. Sí cuentan, sin embargo, con intérpretes a la hora de comunicarse con el abogado de oficio que se les facilita para garantizar su derecho a una asistencia legal adecuada.

Allí puede haber niños, mayores y adolescentes. Todos esperando a un milagro que les permita franquear la puerta. Se trata de una sala vigilada por policías nacionales y agentes de seguridad privada, según el número de inadmitidos que haya en cada momento.

Lo normal, según fuentes policiales es que haya dos empleados de seguridad y un policía. Las mismas fuentes aseguran que la sala 3, este limbo en forma de habitación, está situado en la planta tercera del edificio Fronteras de la Terminal 1. Hasta hace bien poco, los que llegaban y pedían asilo político convivían con la sala de inadmitidos.

Ante la necesidad de espacio, las autoridades han habilitado la sala 4 para a estos últimos. Una nave situada fuera de los edificios del aérodromo. En concreto, junto a una de las pistas de despegue y aterrizaje del aeropuerto.

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