10 de diciembre en Euskadi

El Día Internacional de los Derechos Humanos ofrece «una magnífica oportunidad para analizar la contribución que cada uno de nosotros, los ciudadanos vascos, podemos prestar a un futuro en libertad para todos»

El Correo, RODOLFO ARES TABOADA CONSEJERO DE INTERIOR DEL GOBIERNO VASCO, 10-12-2009

Vive la diversidad, termina con la discriminación». Así reza el lema que Naciones Unidas ha elegido este año para conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos que hoy celebramos. Una fecha, sin duda, emblemática, y que coincide con el 61º aniversario de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La protección de la diversidad y la lucha contra la discriminación son dos objetivos esenciales que se han impuesto los gobiernos y las instituciones supranacionales para defender derechos básicos y fundamentales de las personas y colectivos más débiles. Derechos que es preciso salvaguardar en cualquier tiempo y circunstancia. Derechos que corren el riesgo de ser conculcados por la actuación del más fuerte, del más poderoso. Derechos que constituyen la garantía de sostenibilidad y superioridad moral de un sistema de libertades democrático y respetuoso con la defensa de los derechos humanos.

¿Tiene hoy alguna traducción o connotación particular en Euskadi el lema que encabeza este artículo y que constituye el eje de la jornada reivindicativa que hoy celebramos? ¿Podemos extraer alguna conclusión aleccionadora para aplicarla en el ámbito doméstico o local y que nos sirva, al tiempo, para mejorar nuestra capacidad de observación sobre cuestiones esenciales que tienen que ver con la defensa de las libertades civiles y la protección de colectivos amenazados?

Es evidente que sí. Hablar hoy, en Euskadi, de diversidad y de discriminación significa, básicamente, proclamar, alto y claro, la imperiosa necesidad de defender y proteger el pluralismo político, social, cultural y lingüístico que caracteriza a la sociedad vasca y que constituye su principal seña de identidad.

No se entiende hoy la singularidad y la personalidad del pueblo vasco sin hacer mención a su pluralidad y a su diversidad cultural y política. Ése es su rasgo distintivo, su elemento definitorio. En suma, el pluralismo político y social del pueblo vasco constituye su más preciado patrimonio. Por tanto, la defensa de la convivencia entre diferentes se convierte en un bien a preservar frente a cualquier ataque totalitario que llevan a cabo aquéllos que pretenden imponer su voluntad a los demás.

Este patrimonio colectivo, genuino y moral que es, naturalmente, compartido por la ciudadanía, lleva muchos años sometido a graves perturbaciones como consecuencia de la amenaza terrorista que se cierne sobre personas que no comulgan con el totalitarismo de quien sueña y aspira a constituir un pueblo monocolor, monolingüe y de identidad única.

La violencia terrorista de ETA constituye un flagrante caso de violación grave y sistemática contra los derechos humanos. En primer lugar, porque es un ataque contra las personas. En segundo lugar, porque supone un ataque contra la sociedad vasca y el sistema de libertades que regula su convivencia. Y, en tercer lugar, porque los terroristas, con su ejecutoria criminal, lo que pretenden, sobre todo, es terminar con la diversidad política y con el pluralismo sociocultural que son inherentes a quienes convivimos en este país, que coexisten en esta tierra desde tiempo inmemorial y que otorgan todo su sentido al hecho de ser ciudadano vasco/a.

Dicho de otro modo, la actividad terrorista de ETA es la manifestación más visible de todo un plan preconcebido, desarrollado con contumacia y que persigue el aniquilamiento y la anulación del pluralismo ideológico presente en el seno de nuestra sociedad. Por consiguiente, la única razón que explica su existencia y su pervivencia, todavía hoy, es su deliberado afán por exterminar y hacer desaparecer a las personas que, a su juicio, no merecen formar parte del pueblo vasco. A todas aquellas personas y todas aquellas convicciones que dificultan y hacen imposible su sueño emancipador y genocida. La banda terrorista es, pues, el principal obstáculo que impide la materialización del principio de la diversidad y del pluralismo en el interior de nuestro territorio.

Hoy, en Euskadi, la presencia de cientos de personas que viven en libertad vigilada, con sus derechos básicos en cuarentena y en serio riesgo por la amenaza terrorista, se convierte en un recordatorio elemental y nada extraño de una realidad insoslayable y cruel. Una llamada de atención a la conciencia colectiva sobre un problema que, si bien forma parte del paisaje cotidiano, no deja de ser, por ello, una grave anomalía social que interpela a la sensibilidad humana y ha de activar la solidaridad del conjunto de la ciudadanía.

«Vive la diversidad, termina con la discriminación» es, sin duda, un buen lema y una buena excusa para reflexionar sobre cuestiones acuciantes que merecen nuestra atención. Cuestiones tales como la inmigración, el racismo, la homofobia, la discapacidad… Pero, igualmente, es una magnífica oportunidad para analizar la contribución que cada uno de nosotros, los ciudadanos vascos, podemos prestar a un futuro en libertad para todos. Un acicate más para que todos, insisto, todos los ciudadanos, revisemos, críticamente, nuestro compromiso moral con los amenazados de forma que hagamos mucho más por la aplicación generalizada y efectiva del principio de la diversidad ideológica y cultural en el seno de la sociedad vasca.

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